Para la posteridad, Miguel Ángel siempre formó parte del reducido grupo de los artistas más excelsos, que se consideraba que expresaban, como William Shakespeare o Ludwig van Beethoven, la experiencia trágica de la humanidad con la mayor profundidad y alcance universal.

En contraste con la gran fama de las obras del artista, su influencia visual en el arte posterior es relativamente limitada. Esto no puede explicarse por la vacilación a la hora de imitar un arte simplemente porque parecía tan grande, ya que artistas como Rafael eran considerados igualmente grandes, pero se utilizaban como fuentes en un grado mucho mayor. Puede ser, en cambio, que el tipo particular de expresión asociado a Miguel Ángel, de una grandeza casi cósmica, fuera inhibidor. La limitada influencia de su obra incluye algunos casos de dependencia casi total, siendo el artista de mayor talento que trabajó de esta manera Daniele da Volterra. Por lo demás, Miguel Ángel fue tratado como un modelo para determinados aspectos limitados de su obra. En el siglo XVII, se le consideraba supremo en el dibujo anatómico, pero era menos alabado en elementos más amplios de su arte. Mientras que los manieristas utilizaron la compresión espacial que se observa en algunas de sus obras, y más tarde las poses serpentinas de su escultura de la Victoria, el maestro del siglo XIX Auguste Rodin explotó el efecto de los bloques de mármol inacabados. Algunos maestros del Barroco del siglo XVII son quizás los que más se refieren a él, pero en formas que han sido transformadas para excluir cualquier similitud literal. Además de Gian Lorenzo Bernini, el pintor Peter Paul Rubens es quien mejor muestra la utilidad de las creaciones de Miguel Ángel para un gran artista posterior.

Creighton E. Gilbert Los editores de la Encyclopaedia Britannica