Cómo el estrés podría ser el responsable de sus sofocos

Los sofocos son un síntoma extremadamente común de la menopausia: tres cuartas partes de todas las mujeres menopáusicas los experimentarán en algún momento.1 Los sofocos son sensaciones de calor esporádicas, aleatorias y repentinas que invaden todo el cuerpo. Además de ser incómodos, pueden provocar mareos, aumento de la sudoración, palpitaciones y rubor, aunque los síntomas varían de una persona a otra. Aunque los sofocos son inofensivos, pueden ser increíblemente difíciles de sobrellevar. Algunas mujeres menopáusicas declaran tener sofocos intensos más de 15 veces al día, y alrededor del 10-20% de todas las mujeres posmenopáusicas afirman que los sofocos les resultan muy molestos.2 Pueden ser embarazosos y perturbar su rutina diaria y pueden tener un profundo efecto en su bienestar general.

Aunque para la mayoría de las mujeres los sofocos comienzan a producirse después de su última menstruación, los sofocos también son comunes durante la perimenopausia, que comienza varios años antes de la menopausia, cuando la mujer todavía tiene la menstruación.3 La causa exacta de los sofocos es todavía relativamente desconocida, y es difícil elegir una causa definitiva singular, ya que hay múltiples factores involucrados. Durante la menopausia, los niveles hormonales de una mujer pueden subir y bajar debido a que sus ovarios producen menos estrógenos. Se cree que este desequilibrio hormonal es un factor importante para que se produzcan los sofocos.

Dicho esto, los niveles bajos de estrógenos no son la única causa de los sofocos. Se cree que la disminución repentina de estrógenos que se produce durante la menopausia tiene un efecto sobre el hipotálamo en el cerebro, que esencialmente actúa como el termostato interno de su cuerpo. Normalmente, cuando el hipotálamo detecta que el cuerpo se está sobrecalentando, desencadena una serie de respuestas involuntarias como la vasodilatación (que es cuando los capilares sanguíneos se dilatan, lo que hace que la cara se ponga roja, o se «ruborice») y el aumento de la sudoración.

Cuando el cuerpo está demasiado caliente, son estas respuestas las que le permiten enfriarse y mantener una temperatura razonable, en un proceso llamado homeostasis. Se cree que el descenso de los estrógenos hace que el hipotálamo estimule la liberación de hormonas que desencadenan estos indeseados sofocos. Aunque en un día caluroso este mecanismo de acción es importante para evitar el sobrecalentamiento, cuando se produce de forma inesperada en momentos inoportunos, puede ser angustioso.

¿Qué tiene que ver el estrés con esto?

El estrés es un factor subyacente importante para explicar lo que podría estar causando sus sofocos. Se trata de una respuesta evolutiva desencadenada por la percepción de un estímulo amenazante que, a su vez, desencadena una serie de funciones corporales como el aumento del ritmo cardíaco y la sudoración. Desde una perspectiva evolutiva, esto habría sido ventajoso, ya que le habría permitido huir de un depredador o le habría ayudado en una actividad físicamente exigente como la caza.

En la actualidad, los estímulos no amenazantes (como los problemas laborales o familiares) siguen desencadenando este mismo mecanismo, provocando una serie de respuestas involuntarias no deseadas. Durante la respuesta al estrés, las glándulas suprarrenales se estimulan y producen adrenalina, lo que provoca un aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial. Este aumento del ritmo cardíaco puede elevar la presión arterial y provocar un sofoco. Aunque es imposible decir que «hay que reducir el estrés», podría realizar actividades que se sabe que reducen los niveles de estrés, como el ejercicio, la meditación o el yoga. Esto puede ayudar a reducir el número de sofocos que experimenta.

Además de asegurarse de que se mantiene activa, mantener una dieta saludable podría ser clave para reducir sus niveles de estrés, lo que a su vez podría aliviar sus sofocos. Aunque los alimentos «reconfortantes» hacen que se sienta mejor a corto plazo cuando está estresada, en realidad estos alimentos ricos en grasas pueden hacer que se sienta aletargada y pueden tener un efecto adverso en su capacidad para hacer frente al estrés.4

Además de ralentizarle, los alimentos ricos en grasas pueden aumentar el colesterol y, en consecuencia, pueden causar un aumento de la presión arterial, lo que a su vez aumenta el riesgo de sufrir sofocos.5 Reducir la cantidad de sal y de alimentos grasos que consume le ayudará a reducir su presión arterial. Asimismo, cambiar los alimentos tradicionales por alternativas ricas en fibra pero también en hidratos de carbono, como los boniatos al horno, puede ayudarle a afrontar el estrés. Comer carbohidratos ricos en fibra libera serotonina, un neurotransmisor que puede elevar su estado de ánimo y ayudarle a afrontar el estrés.

Hay muchas otras medidas que puede tomar para asegurarse de no sufrir tantos sofocos. En primer lugar, deje o reduzca el consumo de tabaco, ya que se sabe que aumenta tanto la gravedad como la frecuencia de los sofocos.5 Se sabe que el tabaquismo tiene un efecto sobre los niveles hormonales de las mujeres, y se cree que esto provoca un aumento de la prevalencia de los sofocos.6 Asimismo, se ha demostrado que mantenerse físicamente activa y asegurarse de hacer suficiente ejercicio ayuda.

Aunque hay cambios en el estilo de vida que puede hacer para reducir los sofocos, hay algunos factores de riesgo sobre los que no puede hacer nada. Por ejemplo, se dice que la raza tiene un efecto sobre los sofocos en las mujeres menopáusicas. Los estudios han demostrado que las mujeres menopáusicas de ascendencia africana tienen sofocos más frecuentes, intensos y largos que las mujeres caucásicas. También se ha demostrado que las mujeres hispanas tienen sofocos más frecuentes, aunque menos intensos, que las mujeres caucásicas.7,8

Aunque aisladamente los sofocos son molestos e incómodos, pueden surgir una serie de complicaciones secundarias que pueden causar problemas más graves. Por ejemplo, los sofocos durante la noche pueden mantenerla despierta y provocar «sudores nocturnos». Esto puede llevar a la falta de sueño, lo que puede provocar una serie de problemas médicos, además de tener efectos perjudiciales en su salud y bienestar general. En algunos casos, los sofocos también pueden inducir ansiedad e incluso desencadenar ataques de depresión. Si cree que los sofocos están teniendo un efecto perjudicial en su bienestar, es importante que busque el consejo de un médico que podría recetarle medicamentos para mantenerlos bajo control.

Página actualizada por última vez en junio de 2017

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