Conservas de uva muscadina

por David Cecelski

Ayer preparé 5 cuartos de conserva de uva muscadina. Mi hija y yo recogimos las uvas de una viña que mi abuelo plantó en los años 30. Yo recogí en el lado del cenador cerca del gallinero, ella recogió en el lado cerca del granero. Ella cantaba mientras trabajaba y pronto llenamos dos grandes cuencos con las pesadas y oscuras uvas.

Mientras mi hija hacía las maletas para ir a la universidad, yo lavaba las uvas, quitaba los tallos y ahuyentaba a unas cuantas arañas rezagadas y a papá piernas largas. Luego separé las cáscaras y la pulpa. Las moscadinas tienen una cáscara gruesa, pero basta con pellizcar las uvas para que salgan la pulpa y las semillas. Puse las cáscaras en un bol, la pulpa y las semillas en otro. Es un trabajo tedioso, pero una vez que encontré mi ritmo fue tan relajante como pelar judías de mantequilla o desgranar maíz.

Cuando terminé, puse la pulpa y las semillas en una olla y las puse a hervir. Después de unos minutos, apagué el fuego, dejé que se enfriaran durante 10 o 15 minutos y luego pasé la pulpa por un colador para eliminar las semillas. Junté las cáscaras y la pulpa en una olla. Añadí una taza de azúcar por cada taza de uva y llevé la mezcla a ebullición. Por último, vertí las conservas calientes en tarros esterilizados y los cerré, con las muscadinas, su jarabe y el recuerdo del canto de mi hija.

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