Abstract
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Las técnicas de reproducción asistida son técnicas in vitro muy utilizadas en muchas especies, donde tienen importancia tanto sanitaria como económica.
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Durante las últimas décadas, se han producido grandes mejoras en dichas técnicas, incluyendo la manipulación de gametos, la criopreservación, la fecundación in vitro y la producción de embriones in vitro; sin embargo, la eficacia de estas técnicas dista mucho de ser óptima en comparación con la situación in vivo.
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Dado que la maduración final de los gametos, la fecundación y la escisión embrionaria temprana in vivo se producen en el oviducto, se propone que un conocimiento más amplio del entorno oviductal ayudaría a aumentar la eficacia de las técnicas de reproducción asistida trasladando las condiciones naturales al laboratorio.
Introducción
La fecundación en un gran número de animales se produce en una región específica del tracto genital de la hembra llamada oviducto (trompa uterina o trompa de Falopio), que linda con el útero y está situada cerca del ovario (Figuras 1 y 2). El oviducto es un conducto fibromuscular complejo con varias capas que comprenden la mucosa, la capa muscular y una serosa conectiva. El tamaño de estas diferentes capas depende de la región anatómica del oviducto observada. En la ampolla, donde tiene lugar la fecundación, se observó una mucosa muy plegada; sin embargo, el tamaño y el número de los pliegues se reducen en la región del istmo y aún más en la unión tubárica uterina (Figura 2c). La región del istmo suele estar asociada al almacenamiento de esperma antes de la ovulación. En el oviducto tienen lugar acontecimientos muy importantes para la fecundación. Por ejemplo, el entorno oviductal es responsable de la maduración final de los gametos femeninos y masculinos, de la fertilización y del desarrollo temprano del embrión. Es importante tener en cuenta que los embriones tempranos pasan varios días en el oviducto antes de llegar al útero, donde se produce la implantación. Por lo tanto, el oviducto es un órgano dinámico que se adapta a diferentes situaciones, reguladas principalmente por la variación de los niveles hormonales en la sangre. El conocimiento de las secreciones oviductales en las que se depositan temporalmente los gametos y embriones aumenta continuamente. Sin embargo, es relativamente escaso, y una mayor información sobre las actividades biológicas del fluido oviductal será muy útil por razones domésticas, económicas y de fertilidad. Se ha observado que la fertilidad en los animales domésticos se reduce debido a la selección genética (por ejemplo, las vacas lecheras) (Diskin y Morris, 2008). Por esta razón, prevemos que la investigación de los componentes del fluido oviductal mejorará la fertilidad y la eficiencia de las diferentes técnicas de reproducción asistida (TRA) para animales domésticos y mascotas. Estos aspectos se tratarán con más detalle a continuación.
Tracto genital femenino bovino. A) Se muestran el útero (UT), el ovario (OV) y el oviducto (OD). B) Ampliación de la región rodeada en la Figura 1A mostrando el tracto en detalle, donde se puede identificar la ampolla y la unión de las trompas uterinas.
Tracto genital de la hembra bovina. A) Se muestran el útero (UT), el ovario (OV) y el oviducto (OD). B) Ampliación de la región rodeada en la Figura 1A mostrando el tracto en detalle, donde se puede identificar la ampolla y la unión de las trompas uterinas.
Tracto genital femenino en ratones (A y B) y ratas (C). A y B) Se muestran diferentes regiones del oviducto. La entrada del ovocito (flecha) en el oviducto tras la ovulación se produce en la región del infundíbulo (If). Se puede observar la presencia de complejos óforo-ovocito en el interior de la ampolla (Am). Los espermatozoides presentes en el útero deben atravesar la unión uterino-tubal (UTJ) y llegar a la ampolla para fecundar los ovocitos. C) Una sección de parafina teñida con la lectina de aglutinina de germen de trigo (WGA). Se observan diferencias histológicas e histoquímicas en las distintas regiones del oviducto. Las figuras 2A y 2B son republicadas y modificadas con el permiso de la American Society for Clinical Investigation de Fertilization: A Sperm’s Journey to and Interaction with the Oocyte por Masahito Ikawa, Naokazu Inoue, Adam M. Benham y Masaru Okabe. Autorizado por el Copyright Clearance Center, Inc. Vol. 120 (4): 984-994, 2010 publicado en Journal of Clinical Investigation.
Tracto genital femenino en ratones (A y B) y ratas (C). A y B) Se muestran diferentes regiones del oviducto. La entrada del ovocito (flecha) en el oviducto tras la ovulación se produce en la región del infundíbulo (If). Se puede observar la presencia de complejos óforo-ovocito en el interior de la ampolla (Am). Los espermatozoides presentes en el útero deben atravesar la unión uterino-tubal (UTJ) y llegar a la ampolla para fecundar los ovocitos. C) Una sección de parafina teñida con la lectina de aglutinina de germen de trigo (WGA). Se observan diferencias histológicas e histoquímicas en las distintas regiones del oviducto. Las figuras 2A y 2B son republicadas y modificadas con el permiso de la American Society for Clinical Investigation de Fertilization: A Sperm’s Journey to and Interaction with the Oocyte por Masahito Ikawa, Naokazu Inoue, Adam M. Benham y Masaru Okabe. Autorizado por el Copyright Clearance Center, Inc. Vol. 120 (4): 984-994, 2010 publicado en Journal of Clinical Investigation.
Interacciones entre el ovocito y el oviducto
La fecundación tiene lugar en una región especializada del oviducto llamada ampolla, donde los espermatozoides penetran en las capas extracelulares del óvulo (células del cúmulo y zona pelúcida). La llegada del ovocito y de los espermatozoides al oviducto no siempre es un acontecimiento sincronizado, ya que en algunas especies (por ejemplo, la perra), el ovocito se libera dos o tres días antes de la fecundación, mientras que en otras (por ejemplo, los murciélagos), los espermatozoides están presentes en el tracto genital femenino hasta seis meses antes de la ovulación (Holt, 2011). En consecuencia, el entorno oviductal presumiblemente proporciona un buen ambiente para la supervivencia y maduración de los gametos.
El oviducto es capaz de realizar diferentes funciones porque tiene diferentes regiones anatómicas (Figura 2) y un complejo fluido oviductal que es dinámico debido a los cambios producidos durante el ciclo estral (Yañiz et al., 2006; Leese et al., 2008; Avilés et al., 2010). Esta complejidad ha comenzado a comprenderse recientemente gracias al desarrollo de potentes instrumentos analíticos. Por ejemplo, se pueden identificar varios cientos de proteínas (spots) cuando se analiza bioquímicamente el fluido oviductal (Figura 3). El uso de la electroforesis bidimensional proporciona información cualitativa y cuantitativa sobre las diferentes proteínas (número y volumen de manchas) presentes en el fluido oviductal. Este tipo de análisis permitiría detectar cambios sutiles (por ejemplo, la fosforilación) en las proteínas en función del ciclo estral o debido a la presencia de gametos. Entre los resultados sorprendentes se encuentran los cambios que se producen en el transcriptoma oviductal debido a la presencia de gametos o embriones (Fazeli et al., 2004; Georgiou et al., 2007; Almiñana et al., 2012). Se observaron cambios aún más específicos en función del estadio de desarrollo del embrión (embrión de cuatro células o blastocisto), produciéndose una regulación a la baja de los genes relacionados con la inmunidad que afectan al útero incluso antes de la llegada del embrión a este órgano (Almiñana et al., 2012). Además, también se detectaron cambios en presencia de espermatozoides con cromosoma X o Y (Almiñana et al., 2014). La expresión de genes (transcriptoma) y proteínas (proteoma) en el oviducto es compartida por varias especies, pero no son idénticas, lo que sugiere que algunas funciones están conservadas; sin embargo, parece que algunas otras propiedades específicas son únicas para cada especie (Bauersachs et al., 2003, 2004; Tone et al., 2008; Mondéjar et al., 2012). Esto debería tenerse en cuenta para el desarrollo de diluyentes y medios de cultivo específicos para las diferentes especies.
Análisis de las proteínas del fluido oviductal porcino de la fase preovulatoria del ciclo. La muestra (300 μg) se separó por electroforesis en gel bidimensional y se tiñó con la tinción de azul de coomassie. Las proteínas se separaron primero según su punto isoeléctrico (pI) mediante enfoque isoeléctrico (sentido horizontal) utilizando una tira de Bio-Rad con un gradiente de pH entre 3 y 10. Además, las proteínas se separan según su peso molecular (sentido vertical) utilizando un gel de SDS-PAGE al 12% (18 x 20 cm).
Análisis de las proteínas del fluido oviductal porcino de la fase preovulatoria del ciclo. La muestra (300 μg) se separó por electroforesis en gel bidimensional y se tiñó con la tinción de azul de coomassie. Las proteínas se separaron primero según su punto isoeléctrico (pI) mediante enfoque isoeléctrico (sentido horizontal) utilizando una tira de Bio-Rad con un gradiente de pH entre 3 y 10. Además, las proteínas se separan según su peso molecular (sentido vertical) utilizando un gel de SDS-PAGE al 12% (18 x 20 cm).
Protección y supervivencia de los gametos
Se ha informado de que la presencia de líquido oviductal tiene un efecto positivo sobre la viabilidad de los espermatozoides (Killian, 2011) y que el oviducto proporciona los nutrientes necesarios para la supervivencia de los ovocitos y enzimas con efecto antioxidante en el líquido oviductal (Leese et al, 2008; Avilés et al., 2010). Estas enzimas son especialmente relevantes para los espermatozoides, ya que se dañan fácilmente cuando se exponen a especies reactivas de oxígeno (ROS) que modifican la membrana plasmática (peroxidación de proteínas y lípidos), lo que puede provocar roturas en el ADN (Aitken y Luliis, 2010). Además, los espermatozoides en el tracto genital femenino se consideran células extrañas, lo que afecta a la supervivencia de los espermatozoides debido a la vigilancia inmunológica (Kawano et al., 2014). Queda por aclarar cómo se regula este proceso, pero lo que es indudable es que el entorno oviductal protege a los espermatozoides. Una evidencia que apoya esto se encuentra en el hecho de que los espermatozoides pueden sobrevivir en el oviducto desde uno o dos días en el caso de las vacas o cerdas hasta 6 mo en el caso del murciélago (Holt, 2011).
Maduración del ovocito en el oviducto
Se ha reportado que la vida del ovocito en el oviducto es de alrededor de 24 horas en los humanos, lo cual es similar para la mayoría de las especies analizadas hasta la fecha. Sin embargo, la perra es especial porque el ovocito liberado por el ovario en el momento de la ovulación es inmaduro y necesita residir entre 2 y 3 d en el oviducto para madurar antes de la fecundación (Tsutsui et al., 2009). En algunas especies, la eficiencia de la fecundación in vitro (FIV) sigue siendo baja, principalmente debido a la inadecuada estandarización de las técnicas de FIV (Mondéjar et al., 2012). Sin embargo, se pueden considerar dos hipótesis relacionadas con la maduración de los ovocitos en el oviducto para explicar las diferencias entre la eficiencia de la fecundación in vivo e in vitro: (i) Los eventos que ocurren en el oviducto no son fundamentales pero, al no ocurrir durante los procedimientos in vitro, sólo sobreviven los ovocitos de mayor calidad. Esta sería la razón del reducido porcentaje de éxito en las TRA en comparación con los eventos in vivo. (ii) Los ovocitos utilizados para los procedimientos in vitro son de menor calidad que los fisiológicamente ovulados y fecundados en el oviducto, dando lugar a embriones con alteraciones en características no vitales pero importantes para su salud durante la edad adulta, como las marcas epigenéticas (El Hajj y Haaf, 2013). Varias proteínas del fluido oviductal pueden unirse a la capa extracelular del ovocito, llamada zona pelúcida (ZP), modificando su composición de proteínas y carbohidratos. Así, se ha demostrado que la glicoproteína específica del oviducto (OVGP1), la osteopontina, la prostaglandina D sintasa tipo lipocalina y la lactoferrina se asocian a la ZP de diferentes especies (Goncalves, et al., 2008). OVGP1 es la proteína asociada a la ZP más estudiada, y se ha demostrado su papel en el endurecimiento de la ZP pre-fertilización que reduce la polispermia en el cerdo (Coy et al., 2008).
Varios mecanismos que participan en la unión esperma-ZP y en el proceso general de fertilización (regulando la posibilidad de polispermia) son modulados por el oviducto. En el caso del endurecimiento de la ZP antes de la fecundación, una serie de experimentos con ovocitos de nueve especies y fluidos oviductales de cinco especies indicaron que la corta incubación del ovocito con el fluido oviductal produce un claro cambio en la resistencia de la ZP a la digestión enzimática (Mondéjar et al., 2013). Sin embargo, los resultados obtenidos no fueron idénticos, lo que indica un grado de especificidad que podría deberse a (i) las diferentes composiciones proteicas del fluido oviductal o incluso una secuencia proteica diferente codificada por el gen ortólogo, como se demostró para OVGP1 (Avilés et al., 2010) o (ii) una composición diferente de ZP (proteína y carbohidrato; Stetson et al., 2012). Algunas de las diferencias entre especies podrían incluso resultar de la ausencia de proteínas, como es el caso de OVGP1 en el caballo y la rata. Además, en el caballo, el esperma no es capaz de fecundar el ovocito in vitro; sin embargo, cuando el ovocito se incuba con líquido oviductal porcino o con la proteína oviductal DMBT1, la tasa de fecundación aumenta considerablemente (Ambruosi et al, 2013), demostrando la relevancia del oviducto en esta especie.
Los espermatozoides en el oviducto
Los espermatozoides se adhieren al epitelio oviductal en la región del istmo. Esta unión es la responsable de la formación de un depósito de espermatozoides a la espera del momento de la ovulación. Esta unión no sólo es importante para mantener la viabilidad de los espermatozoides, sino también para bloquear la capacitación prematura, que comprometería o incluso impediría la fecundación. La liberación de los espermatozoides de este reservorio parece estar mediada por diferentes factores que incluyen señales mediadas por el complejo cúmulo-ovocito (COC), componentes oviductales que modifican la unión de los espermatozoides y también cambios en los niveles de progesterona y estradiol e hiperactivación de la motilidad de los espermatozoides (Suárez, 2006, 2008; Kölle et al., 2009; Talevi y Gualtieri, 2010; Coy et al., 2012).
Los espermatozoides liberados en el momento de la eyaculación no son capaces de fecundar el ovocito y deben residir en el tracto reproductor femenino antes de adquirir la capacidad de completar el proceso de fecundación. Los diferentes cambios biológicos que experimentan los espermatozoides en el tracto genital femenino se conocen como capacitación, un proceso descubierto de forma independiente por Austin (1951) y Chang (1951) utilizando el conejo como modelo animal. El mecanismo molecular detallado que interviene en este proceso aún no se conoce, debido principalmente a la dificultad de determinar lo que realmente ocurre en el interior del oviducto. Los cambios observados en los espermatozoides pueden producirse por redistribución o liberación de proteínas, aunque también pueden intervenir otros factores (Yanagimachi, 1994; Florman y Ducibella, 2006). Se ha informado de que el esperma se modifica por la unión de diferentes proteínas oviductales (osteopontina y OVGP1), que en general, aumentan la viabilidad, la motilidad y la capacitación del esperma en varias especies (Kan et al., 2006; Killian, 2011). Por lo tanto, OVGP1 no sólo es capaz de unirse a la ZP y a los espermatozoides, sino que también es capaz de aumentar la fosforilación de proteínas en los espermatozoides que está relacionada con la capacitación de los mismos (Kan et al., 2006). Otros mecanismos implicados en la capacitación de los espermatozoides bovinos y porcinos están relacionados con la presencia de diferentes glicosidasas en el fluido oviductal (Carrasco et al., 2008) y en los epitelios oviductales (Ma et al., 2012). Además, recientemente se ha descrito la liberación de sialidasas de la membrana plasmática de los espermatozoides durante la capacitación (Ma et al., 2012). Estas glicosidasas pueden modular la unión de los espermatozoides al epitelio oviductal y, en consecuencia, su liberación del depósito espermático. Muy recientemente se ha descrito por primera vez la existencia de un nuevo mecanismo responsable de los cambios específicos mediados por pequeñas vesículas (exosomas) durante el tránsito de los espermatozoides por el oviducto (Al-Dossary et al., 2013). Estudios recientes en los que se han utilizado ratones modificados genéticamente han aportado pruebas contundentes de la relevancia del tracto genital femenino en la fertilidad de los espermatozoides (Kawano et al., 2010; Turunen et al., 2012). Estos ratones modificados son subfértiles o no son capaces de fecundar el ovocito mediante técnicas de FIV. Sin embargo, esos ratones macho modificados genéticamente son fértiles in vivo. Se ha descubierto que sus espermatozoides son capaces de fecundar el ovocito mediante técnicas de FIV cuando se incuban con secreciones uterinas, un proceso que puede estar mediado por los exosomas, como se ha descrito anteriormente (Kawano et al., 2010). Las secreciones del tracto genital femenino podrían utilizarse para mejorar la capacidad de fecundación de los espermatozoides in vitro en el caso de los varones con un valor genético importante pero que, por lo demás, son poco fértiles.
Transporte de gametos y embriones en el oviducto
Los gametos y los embriones deben estar en el lugar adecuado en el momento oportuno; en consecuencia, el oviducto contribuye en gran medida a este proceso. Los espermatozoides deben llegar a la ampolla oviductal para fecundar el ovocito. Tras la fecundación, el cigoto y los embriones tempranos deben ser transportados al útero para permitir la implantación del blastocisto en el endometrio (mucosa uterina). Sin embargo, el mecanismo implicado no es tan sencillo como se espera.
Transporte de ovocitos y embriones
Los ovocitos y embriones son inmóviles. Los ovocitos están rodeados por un gran número de células (cúmulos) en el momento de la ovulación, cuando forman una estructura llamada cúmulo oóforo, que es captada por el infundíbulo (Figura 2). No tienen la capacidad de moverse como los espermatozoides, y deben ser transportados de forma pasiva. Se ha informado de que ligeros cambios en el nivel de expansión del cúmulo afectan a la adhesión inicial de los complejos cúmulo-ovocito al epitelio del infundíbulo, dificultando su posterior transporte (Suárez, 2006). En el transporte del ovocito al lugar de fecundación intervienen dos componentes esenciales: las contracciones coordinadas de las células musculares lisas (miosalpinx o capa muscular) a lo largo del oviducto y el latido ciliar de las células epiteliales (Figura 4). Si se alteran las contracciones oviductales, el ovocito no llegará al lugar de fecundación en los ratones (Dixon et al., 2009). Los embriones y los ovocitos son transportados con diferente velocidad en el oviducto de la yegua y de la rata (Suárez, 2006). Así, la prostaglandina E2 producida por los embriones está implicada en este proceso. Recientemente, se ha informado de que los embriones inducen un cambio en la expresión génica oviductal y, en consecuencia, pueden modular su propio entorno (Almiñana et al., 2012).
Células epiteliales del oviducto bovino observadas por microscopía electrónica de barrido. Se pueden identificar dos tipos diferentes de células: las células ciliadas con numerosos cilios (Ci) y las células secretoras (SC).
Células epiteliales del oviducto bovino observadas mediante microscopía electrónica de barrido. Se pueden identificar dos tipos diferentes de células: las células ciliadas con numerosos cilios (Ci) y las células secretoras (SC).
Transporte de esperma
A pesar del gran número de espermatozoides liberados durante la eyaculación (más de 40 millones y 37.5 mil millones para el ser humano y el jabalí, respectivamente), sólo unos pocos espermatozoides son capaces de llegar a la ampolla (100-1000 y 5000 para el ser humano y el jabalí, respectivamente) y un gran número son descartados (Harper, 1994; Hunter, 2012a; Suárez, 2006). La presencia de un número reducido de espermatozoides en el lugar de la fecundación significa que la relación ovocito:espermatozoide es cercana a 1:1. Esto es importante porque un número elevado de espermatozoides aumentaría la polispermia, que es letal para los embriones de mamíferos (Hunter, 2012a). El mecanismo por el que los espermatozoides encuentran los ovocitos es aún desconocido. Estudios recientes sugieren que los espermatozoides llegan al lugar de fecundación debido a un mecanismo de quimiotaxis y/o termotaxis (Eisenbach y Giojalas, 2006; Hunter, 2012b), procesos que serían los responsables de dirigir a los espermatozoides hacia la parte superior del oviducto. Se ha sugerido que está implicado un gradiente químico mediado por la progesterona producida por las células del cúmulo (Eisenbach y Giojalas, 2006; Coy et al., 2012; Guidobaldi et al., 2012). Los ratones que producen ovocitos oviductales denudados no son fecundados in vivo; sin embargo, estos ovocitos pueden ser fecundados in vitro, lo que sugiere la relevancia de esta estructura en la situación in vivo (Zhuo et al., 2001). Estos estudios señalan la relevancia del cumulus oophorus y nos recuerdan que los datos obtenidos mediante modelos in vitro requieren una interpretación cuidadosa; además, ponen de relieve la necesidad de contar con modelos in vitro más precisos que imiten más fielmente el entorno in vivo. Hasta la fecha, los avances en este frente han sido lentos. Cabría esperar que la entrada de los espermatozoides en el oviducto fuera un proceso relativamente sencillo que dependiera de la contracción muscular del útero y de la motilidad de los espermatozoides dirigida por quimiotaxis o termotaxis. Sin embargo, se ha demostrado que los espermatozoides no son capaces de cruzar la unión tubárica uterina cuando una de las proteínas de los espermatozoides (por ejemplo, ADAM3) está modificada (Okabe, 2013). Queda por descubrir qué interacción molecular específica existe entre los espermatozoides y el oviducto que permite la entrada de los espermatozoides en el oviducto.
Efecto del entorno oviductal en el desarrollo embrionario
El hecho de que se puedan obtener embriones in vitro y de que donantes sin sus propios embriones en el útero puedan establecer un embarazo tras la transferencia embrionaria resta importancia al papel del oviducto. Sin embargo, se ha demostrado en diferentes especies que la calidad del blastocisto obtenido tras el cultivo de los embriones en el oviducto es mejor en comparación con los embriones producidos in vitro, al menos en términos de morfología, expresión génica, criotolerancia y tasa de embarazo tras la transferencia (Rizos et al., 2007; 2010a; Mondéjar et al., 2012; Van Soom et al., 2014). Esto demuestra que el oviducto no es un órgano de mero transporte del cigoto/embrión temprano a través del útero, sino que existe una comunicación entre ambos. Las primeras etapas del desarrollo embrionario ocurren en el oviducto, donde el embrión pasa alrededor de 4 a 5 d, independientemente de la gran diferencia en la longitud oviductal observada en varias especies (comparar las Figuras 1 y 2b; Suárez, 2006; Wang y Dey, 2006). En este periodo tienen lugar varios acontecimientos importantes, el primero de los cuales es el proceso de clivaje y el paso del genoma materno al genoma embrionario. Cualquier modificación del entorno de cultivo que afecte a cualquiera de estos procesos podría tener un profundo efecto en la calidad del blastocisto (Lonergan et al., 2003a). Recientemente, se informó de que el cambio de las condiciones de cultivo de in vivo a in vitro, o a la inversa, en un punto específico del desarrollo embrionario temprano, ya sea antes o después de la activación del genoma embrionario, influye críticamente en los patrones de expresión génica de los blastocistos resultantes (Gad et al., 2012). Además, se observó inicialmente que la escisión del embrión (divisiones celulares) se bloquea (fase de dos células en ratones y fase de ocho células en vacas) cuando las condiciones de cultivo in vitro no son óptimas. En los ratones, el bloqueo del desarrollo embrionario se superó tras la adición de la proteína oviductal OVGP1 al medio de cultivo (Yong et al., 2002). Varios estudios experimentales han demostrado que el oviducto de diferentes especies tiene propiedades biológicas similares, lo que es consistente con perfiles transcriptómicos y proteómicos similares (Mondéjar et al., 2012). Así, el oviducto de una especie concreta puede utilizarse para mejorar el desarrollo embrionario de otra diferente, en un proceso conocido como ensayo hetorológico. Los oviductos de bovinos, ratones, conejos y ovejas se han utilizado para el cultivo de embriones en oviductos heterólogos u homólogos in situ para producir embriones de mejor calidad de muchas especies (Rizos et al., 2002a, 2010a; Lazzari et al., 2010). La comunicación entre el oviducto y el embrión está finamente regulada; por ejemplo, en el ganado vacuno, sólo se desarrolla un embrión in vivo, mientras que in vitro, el cultivo de embriones en grupos es necesario para una mayor tasa de desarrollo de blastocistos (Goovaerts et al., 2009).
Ovario de vaca con el infundíbulo del oviducto. El infundíbulo está cubierto de cilios que laten hacia la apertura del oviducto. Esto dirige el ovocito ovulado hacia el oviducto.
Ovario de vaca con el infundíbulo del oviducto. El infundíbulo está cubierto de cilios que laten hacia la apertura del oviducto. Esto dirige el ovocito ovulado hacia el oviducto.
Perspectivas de futuro: La ciencia básica mejorará la eficacia de las técnicas de reproducción asistida
Es de suponer que la eficacia de las TRA mejorará tan rápido como aumente nuestro conocimiento del proceso in vivo. Nuestro conocimiento de los entornos in vitro se basa en gran medida en la prueba y el error más que en el conocimiento preciso de las necesidades de los gametos y los embriones; por lo tanto, las TRA proporcionarán inevitablemente un entorno subóptimo, lo que dará lugar a un repertorio discordante de señales bioquímicas. El conocimiento de los componentes secretores del oviducto proporcionará información útil para la mejora de las diferentes técnicas de TRA con importantes consecuencias económicas y sanitarias. Así, algunos de los protocolos de preservación de especies que cubren la infertilidad y la preservación genética serán inevitablemente mejorados. El desarrollo de las TRA se ha producido en diferentes grados en distintas especies, demostrando que el proceso de fecundación es similar pero no idéntico en todas las especies (Mondéjar et al., 2012; Van Soom et al., 2014), por lo que se recomienda la realización de futuras investigaciones en diferentes modelos animales. El oviducto es extremadamente importante para los ovocitos, los espermatozoides y los embriones. In vivo, el oviducto contribuye a la protección y maduración del esperma. El conocimiento de cómo se regula este proceso permitirá extrapolar estos hallazgos a la mejora de diferentes diluyentes del semen (conocidos como extendedores) que mejoran la vitalidad y la calidad de los espermatozoides durante el almacenamiento de los mismos, la criopreservación, la inseminación artificial, la FIV y la clasificación por sexo. Estudios anteriores demostraron que la adición de proteínas oviductales a los diluyentes de esperma mejora la capacidad de fertilización y la supervivencia de los espermatozoides clasificados por sexo (Klinc y Rath, 2007; Lloyd et al., 2012). El estudio detallado de la biología oviductal contribuirá a nuestra comprensión de la maduración oviductal de los ovocitos, proporcionando nuevas herramientas para mejorar la supervivencia y la competencia de la meiosis, el control de la polispermia y la penetración de los espermatozoides. Por último, aportamos pruebas de la relevancia del oviducto para desarrollar mejores medios de cultivo para el desarrollo y la supervivencia de los embriones después de la criopreservación. En conclusión, décadas de estudios científicos básicos relacionados con la fisiología del oviducto han proporcionado información importante sobre la fecundación in vivo y han ayudado a alcanzar objetivos que pocos podrían haber imaginado. Estamos convencidos de que en un futuro próximo, los nuevos conocimientos generados sobre el efecto producido por el oviducto en gametos y embriones mejorarán la eficiencia de las TRA, con evidentes beneficios sanitarios y económicos.
Queremos pedir disculpas por no incluir todos aquellos artículos relevantes que han contribuido al desarrollo de este campo debido a las limitaciones de espacio. Queremos agradecer a todos los miembros de nuestros laboratorios sus aportaciones científicas durante estos años. Los autores agradecen al Dr. Alejandro Torrecillas y a Omar Salvador Acuña la elaboración de las figuras 3 y 4, respectivamente. El Ministerio de Economía y Competitividad de España y la Comisión Europea (FEDER/ERDF) apoyaron la investigación de D. Rizos (AGL2012-37510), P. Coy (AGL2012-40180-C03-01), y M. Avilés (AGL2012-40180-C03-02). M. Avilés también cuenta con el apoyo de la Fundación Séneca de la Región de Murcia (0452/GERM/06).
Manuel Avilés es Profesor Titular del Departamento de Biología Celular e Histología de la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad de Murcia (España). Obtuvo su doctorado en 1997 en Murcia trabajando en la capa extracelular del ovocito llamada zona pelúcida y sus cambios tras la fecundación. Desarrolló actividades de investigación en la Universidad de Queen (Kingston, Canadá), la Universidad de Emory (Atlanta, EE.UU.) y la Universidad de Lehigh (Bethlehem, EE.UU.). Sus principales intereses de investigación se centran en los mecanismos moleculares implicados en la especificidad del reconocimiento entre el esperma y el ovocito y en cómo el oviducto contribuye a la maduración de los gametos.
Dimitrios Rizos se doctoró en 2002 en el University College de Dublín (Irlanda) y posteriormente trabajó como postdoc. En 2004, obtuvo un puesto de investigación de 5 años en el Departamento de Reproducción Animal (INIA, Madrid, España), y desde 2006, es investigador senior y jefe del laboratorio de Embriología Preimplantacional. Se centra en el desarrollo embrionario temprano in vivo e in vitro en mamíferos y en la calidad embrionaria; en los mecanismos que controlan las interacciones materno-embrionarias; en los factores responsables de la infertilidad en vacas lecheras; y en las estrategias para reducir las pérdidas embrionarias y aumentar las gestaciones. Ha publicado más de 70 artículos de alto impacto, más de 100 resúmenes, varios proyectos de investigación y ha realizado colaboraciones internacionales.
Pilar Coy es profesora de Fisiología de la Reproducción en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, España. Se doctoró en 1990 con una tesis sobre fecundación in vitro en cerdos en la Universidad de Murcia. Ha desarrollado actividades de investigación pre y postdoctorales en la Universidad de Bolonia (Italia), la Universidad de California-Davis (EE.UU.), el Instituto Babraham de Cambridge (Reino Unido), la Universidad de Tennessee (EE.UU.) y el Instituto de Zoología (Londres, Reino Unido). Sus principales objetivos de investigación se centran en el estudio del entorno fisiológico en el oviducto durante la fecundación y en la identificación de los factores oviductales que afectan a la interacción de los gametos.
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