Encefalitis canina – inflamación del cerebro

Los signos clínicos como la depresión, la inclinación de la cabeza, los giros y las convulsiones pueden indicar varias enfermedades o condiciones cuando se ven por separado, sin embargo, si una combinación de signos neurológicos se presentan juntos, puede significar que el paciente tiene una inflamación del cerebro, conocida como encefalitis.

La encefalitis se divide en dos categorías: infecciosa y no infecciosa. La encefalitis infecciosa incluye la bacteriana, fúngica, viral o parasitaria, mientras que la encefalitis no infecciosa de origen desconocido (Coates y Jeffery, 2014) es comúnmente como resultado de una enfermedad inmunomediada. Todas las variantes de la enfermedad tienen un pronóstico reservado (Lowrie et al, 2013) y el personal veterinario debe trabajar rápidamente para diagnosticar y tratar la enfermedad. El diagnóstico se realiza con mayor eficacia mediante el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR). El tratamiento depende del patógeno o de la causa de la afección y lo más habitual es que incluya antibióticos de amplio espectro, antivirales y corticosteroides inmunosupresores (O’Neill et al, 2005).

Debido a la naturaleza de la condición, las enfermeras veterinarias juegan un papel importante en el tratamiento y cuidado de los pacientes; la enfermería intensiva y el seguimiento de los cambios neurológicos también pueden ayudar en la detección temprana y el tratamiento de la condición.

Encefalitis infecciosa

Aproximadamente el 60% de los casos de encefalitis no tienen una causa infecciosa definible (Olby y Platt, 2013). Las encefalitis infecciosas incluyen: bacterianas, virales, fúngicas, parasitarias. La incidencia de los agentes infecciosos que causan encefalitis depende de la ubicación geográfica. Los perros de algunas zonas son propensos a la enfermedad causante de encefalitis, como la fiebre manchada de las Montañas Rocosas, que se da en los estados del suroeste de Estados Unidos (Yaglom et al, 2018), pero no está presente en el Reino Unido.

La encefalitis también puede ser el resultado de la introducción de una infección bacteriana debido a una lesión en las barreras protectoras. Las barreras protectoras incluyen: la piel, el hueso, las meninges, el tejido muscular y la barrera hematoencefálica (una capa de células endoteliales especializadas que abarca el cerebro, diseñada para bloquear las sustancias que podrían ser perjudiciales para el sistema nervioso central (SNC) (Webb y Muir, 2000). Este método de contraer la infección es menos probable si las barreras protectoras están intactas.

Infecciones bacterianas

Las infecciones bacterianas del SNC se producen con mayor frecuencia debido a que las bacterias son transportadas en la sangre desde zonas del cuerpo. La encefalitis bacteriana en perros suele ser el resultado de la extensión directa de una infección no relacionada con el SNC, como la procedente del pulmón o de abscesos esplénicos, infecciones de oído, infecciones urinarias, osteomielitis vertebral y sinusitis (Webb y Muir, 2000). Las infecciones bacterianas que pueden causar encefalitis incluyen la septicemia y la endocarditis bacteriana.

Otras vías de infección bacteriana en el canino pueden ser: lesión o herida por mordedura adyacente a la cara, la columna vertebral o el cuello que rompe las barreras protectoras; equipo quirúrgico contaminado; o cuerpo extraño como una semilla de hierba que migra a través del tejido y entra en el SNC.

Virales

Las infecciones virales que pueden provocar encefalitis son: la rabia; el herpesvirus canino, el adenovirus, el virus del Nilo Occidental, el moquillo y el parvovirus. Estas enfermedades repercuten en órganos y sistemas corporales, como el respiratorio, el neurológico, el sanguíneo y el gastrointestinal. El virus invade el torrente sanguíneo y puede entrar en el tejido del cerebro causando inflamación. El virus del moquillo canino suele provocar una enfermedad neurológica a través de lesiones en el cerebro que causan necrosis en la materia blanca en zonas multifocales (Vandevelde et al, 1980).

Infecciones parasitarias

Las infecciones parasitarias que pueden provocar encefalitis están causadas por la migración aberrante de parásitos al SNC, por ejemplo, los gusanos del corazón o los ascárides, o las infecciones transmitidas por garrapatas que causan la rickettsiosis y la enfermedad de Lyme. La rickettsiosis o fiebre manchada de las Montañas Rocosas es una enfermedad grave transmitida por la garrapata Levi americana (Figura 1), y se asocia a una vasculitis generalizada (Yaglom et al, 2018). Según Pfeffer y Dobler (2011) un aumento de la cantidad de encefalitis transmitida por garrapatas (TBE) a través de la garrapata de Castor y la garrapata de Taiga se debe al aumento de perros domésticos que viajan a zonas endémicas en toda Europa, creando una mayor exposición a la infección.


Figura 1. La garrapata Levi americana es portadora de la fiebre de las Montañas Rocosas y de la enfermedad de Lyme, cada una de las cuales puede provocar una encefalitis infecciosa.

Otras infecciones parasitarias que pueden provocar una inflamación del cerebro son la toxoplasmosis. La toxoplasmosis es la más comúnmente sospechosa de causar la enfermedad en el Reino Unido y constituye una parte importante del diagnóstico diferencial para las enfermedades inflamatorias infecciosas del SNC (Coelho et al, 2019). La toxoplasmosis provoca una infección sistémica que afecta a la mayoría de los órganos y da lugar a quistes que se introducen en los tejidos y, más comúnmente, en el SNC (Lappin, 2004). Otro diagnóstico diferencial con una presentación muy similar a la toxoplasmosis es la neosporosis causada por Neospora caninum, un parásito intracelular (Dubey y Lindsay, 1996). La neosporosis puede causar graves trastornos neuromusculares, como parálisis ascendente (Dubey, 2003).

Encefalitis no infecciosa

Cuando la encefalitis no está causada por una infección, es probable que la causa sea una enfermedad autoinmune subyacente. Un sistema inmunitario sano actúa para proteger al organismo de cualquier infección o cuerpo extraño. Cuando el sistema inmunitario de un animal es incapaz de diferenciar entre una infección o un cuerpo extraño y él mismo, comienza a atacar a las células sanas del organismo.

Hay tres tipos principales de encefalitis no infecciosa: la meningoencefalomielitis granulomatosa (GME), la meningoencefalitis necrosante y la encefalopatía hepática. Las características patológicas de la EMG y la meningoencefalitis necrotizante son similares, ambas son enfermedades inflamatorias de causa desconocida (Suzuki et al, 2003). Se diferencian en la disposición de la raza, la distribución de las lesiones y la presencia o ausencia de necrosis.

La encefalopatía hepática es un trastorno metabólico causado por una enfermedad del hígado.

El riesgo de muerte es alto con la encefalitis no infecciosa; un estudio realizado por Lowrie et al (2013) sobre los resultados de la meningoencefalitis indicó que el 56% eran mortales.

La EMG

La EMG es una enfermedad autoinmune inflamatoria del SNC no supurativa de etiología indeterminada en perros (Olby y Platt, 2013). La EMG afecta más comúnmente a perros de razas pequeñas de entre 4 y 8 años de edad. Anteriormente descrita como reticulosis, la EMG es definida por Adamo et al (2007) como grandes manguitos perivasculares de linfocitos y monocitos en las meninges del cerebro y la médula espinal.

La meningoencefalitis necrotizante (encefalitis del carlino)

La meningoencefalitis necrotizante es más comúnmente causada por un ataque autoinmune en el SNC. La enfermedad se caracteriza por cambios inflamatorios que consisten en la infiltración de glóbulos blancos (linfocitos, plasmocitos e histiocitos) dentro del SNC (Suzuki et al, 2003). Levine et al (2008) afirman que el sello distintivo de la enfermedad es la necrosis extensa, que varía en gravedad desde la necrosis neuronal microscópica hasta la cavitación macroscópica que se encuentra con mayor frecuencia en el córtex, pero que ocasionalmente se observa en el tronco cerebral.

El trastorno está vinculado a la susceptibilidad genética y se encuentra con mayor frecuencia en los carlinos (Uchida et al, 1999) (Figura 2) y puede ocurrir en otros perros de razas pequeñas como el maltés, el shih tzu, el papillón y el chihuahua. En algunas razas como el Yorkshire Terrier y el Bulldog Francés, las lesiones se encuentran en la materia blanca, esta enfermedad se llama leucoencefalitis necrotizante (Park et al, 2012) y puede ser un diagnóstico diferencial. Los pacientes que se encuentran con encefalitis necrotizante son más comúnmente menores de 4 años de edad.


Figura 2. Los perros carlinos suelen ser más susceptibles a la meningoencefalitis necrotizante inmunomediada, junto con los malteses y los Yorkshire Terrier.

Encefalopatía hepática

La encefalopatía hepática se refiere a un síndrome neurológico con hiperamoniemia causada por una insuficiencia hepática grave o una alteración del metabolismo del amoníaco causada por una derivación hepática (Morita et al, 2004). Una acumulación de amoníaco en el cerebro puede tener un efecto tóxico en los astrocitos, que son células del SNC responsables de controlar la captación normal de neurotransmisores, la regulación de la barrera hematoencefálica y el desarrollo del sistema nervioso (Zhan et al, 2016). Esto conduce a la disfunción o necrosis neuronal (Morita et al, 2004).

Signos clínicos

Los signos clínicos de la encefalitis son variados y pueden presentarse de forma similar a otras afecciones. Las afecciones neurológicas pueden causar presión intracraneal, lo que se conoce como reflejo de Cushing. Los signos de esto incluyen: aumento de la presión sistólica y del pulso; bradicardia; e irregularidad respiratoria (Fodstad et al, 2006).

Los hallazgos del examen clínico pueden incluir signos como: una temperatura elevada si la causa es infecciosa; bradicardia; respiración irregular; puerta de ganso; fiebre; tamaño irregular de las pupilas; y otros déficits del SNC como falta de respuesta ocular a la luz, dolor de cuello, ataxia, debilidad, problemas propioceptivos, agitación y consciencia deprimida incluyendo el coma (Olby y Platt, 2013).

Los signos clínicos encontrados en un examen neurológico completo dependen de la localización de la lesión dentro del SNC (Figura 3). Las áreas que pueden verse afectadas incluyen el cerebro anterior, el nervio óptico, el cerebelo, el tronco cerebral, el cerebro medio, la médula oblonga, la médula espinal o las meninges. Cuando dos o más de estas áreas están afectadas se denomina multifocal. Olby y Platt (2013) sugieren, como regla general, que las enfermedades inflamatorias tienden a ser de inicio agudo y progresivo, con una distribución multifocal y asimétrica dentro del SNC.


Figura 3. Sección longitudinal del cerebro canino. Los signos clínicos de la encefalitis dependen de la localización de las lesiones dentro del cerebro.

Cuando el cerebro anterior está afectado, es probable que se observen convulsiones generalizadas o parciales, ceguera, movimientos en círculos, marcapasos, depresión y presión de la cabeza.

Si la lesión está presente en el tronco cerebral, los síntomas incluyen pérdida de coordinación, inclinación de la cabeza, parálisis del nervio facial (síndrome de Horner) y temblores.

Si la médula oblonga o el rombencéfalo están afectados, los síntomas pueden incluir déficits de los nervios craneales, como la depresión de los reflejos palpebral, nauseoso y corneal (Filippo et al, 2011).

Como la encefalitis canina es el resultado de otras enfermedades autoinmunes o infecciosas subyacentes, sin duda habrá otros signos clínicos presentes en el paciente.

Diagnóstico

Las pruebas de cribado normales, como los análisis de sangre, las radiografías y los análisis de orina, tendrán lugar la mayoría de las veces debido a la presentación del paciente. Sin embargo, estas pruebas diagnósticas pueden no reflejar ninguna anomalía, ya que la actividad en el SNC puede estar separada del resto del cuerpo. El diagnóstico de las causas inflamatorias de la enfermedad del SNC se basa en la combinación de los antecedentes del paciente, la disposición genética, los signos de presentación y la exploración neurológica con los resultados de los análisis de sangre, los títulos de enfermedades infecciosas, el análisis del LCR (incluidos el cultivo y el análisis de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR)) y las imágenes avanzadas, como las investigaciones por resonancia magnética (MRI) (Platt, 2006).

Para diagnosticar la encefalitis, se puede tomar una biopsia de la parte inflamada del cerebro. Las biopsias cerebrales son muy complicadas y, por ello, extremadamente raras; el 30% de los casos que se someten a una biopsia cerebral experimentan complicaciones y sólo el 82% son diagnósticos (Flegel et al, 2012).Se suelen realizar en hospitales académicos o en hospitales de referencia de especialidades veterinarias utilizando la tomografía computarizada (TC) como guía (Talarico y Schatzberg, 2010). Se puede realizar una resonancia magnética o una tomografía computarizada para el diagnóstico. Una resonancia magnética puede tener una baja sensibilidad para el diagnóstico de la enfermedad inflamatoria, por lo que siempre debe completarse junto con el análisis del LCR. En la práctica habitual, se debe tomar una muestra de LCR y realizar un análisis del líquido. En ausencia de imágenes intracraneales, la punción lumbar es el método preferido de recogida de LCR debido a la posible presencia de presión intracraneal o al riesgo de herniación. El diagnóstico se basa en el hallazgo de un recuento total de células nucleadas aumentado, niveles elevados de inflamación linfocítica y neutrofílica y niveles elevados de proteínas.

Se puede actuar con un SFC o un cultivo de sangre para aislar el organismo causante (Coelho et al, 2019). Si la causa de la inflamación no es infecciosa, es infrecuente que se identifique el origen de la enfermedad.

Tratamiento

El tratamiento está dirigido al proceso primario de la enfermedad y puede depender de la causa de la inflamación en el paciente que se presenta.

Si se diagnostica encefalitis bacteriana, deben administrarse antibióticos de amplio espectro. Esto debe continuarse durante varias semanas después de que los signos clínicos disminuyan.

Cuando se sospecha que la causa de la encefalitis es una enfermedad inmunomediada, el protocolo estándar es tratar con dosis inmunosupresoras de corticosteroides, como la prednisolona, inicialmente, y luego reducir los corticosteroides a la dosis más baja posible para controlar los signos (Menaut et al, 2008). No es habitual que se interrumpa el tratamiento con corticosteroides ya que, una vez reducida la dosis, los signos clínicos reaparecen (O’Neill et al, 2005). Las investigaciones han demostrado que los pacientes tratados con prednisolona junto con citarabina tienen el mayor tiempo de supervivencia (Cornelis et al, 2019).

Muchos de los pacientes que presentan encefalitis se encuentran en un estado crítico y, por lo tanto, requieren tratamiento adicional como líquidos intravenosos, antiinflamatorios, antieméticos, anticonvulsivos, antifúngicos, antibióticos y apoyo nutricional.

Mucho del tratamiento de la afección consiste en el manejo de los signos clínicos. El tratamiento debe administrarse rápidamente y puede no ser siempre exitoso (Lowrie et al, 2013). Si el tratamiento tiene éxito, algunos signos clínicos pueden permanecer indefinidamente, por ejemplo, la ceguera, que depende de la cantidad de daño en el SNC.

Consideraciones de enfermería

Las acciones de apoyo de enfermería dependen de la gravedad del paciente y de los síntomas que se presentan. El objetivo del personal de enfermería es supervisar al paciente minuciosamente, asegurarse de que la medicación se está administrando según las indicaciones del veterinario y gestionar la homeostasis.

La enfermería general debe llevar a cabo, por ejemplo, la supervisión de la ingesta de fluidos intravenosos (IV), la salida de fluidos, la comprobación de los sitios de los catéteres, la comprobación del vendaje, la supervisión intensiva de cualquier cambio y el registro de todos los detalles para informar al veterinario del caso.

El manejo del paciente con deterioro neurológico, es decir. aquellos que experimentan convulsiones, conciencia limitada o ceguera es exigente (Tabla 1). Estos pacientes suelen estar reclinados y, por tanto, corren el riesgo de sufrir úlceras por decúbito, escaldado de orina, infecciones de orina, atrofia muscular y rigidez articular.

Tabla 1.

Consideraciones de cuidados de enfermería para el paciente neurológico en la clínica

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Signo clínico Problema Acción
Ceguera Chocar con objetos Despejar la zona de objetos bajos que puedan suponer un problema para el paciente. Forrar la jaula con un acolchado para evitar que el paciente se haga daño
Reticencia a salir de la jaula Guiar suavemente al paciente fuera de la jaula con una correa ajustada para asegurar el control en caso de que el paciente entre en pánico. En el caso de los animales más pequeños, se les puede guiar con las manos y, en el caso de los más grandes, dos personas pueden ayudarles a salir de la jaula
Estrés Acérquese a la jaula del paciente lenta y cautelosamente asegurándose de hacerse notar con suavidad para no asustarlo. Asegúrese de que el paciente se encuentra en un espacio tranquilo, silencioso y poco iluminado
Convulsiones Lesión por convulsiones Acompañe la jaula de los pacientes convulsivos incluyendo las paredes. Asegúrese de que el paciente está en una jaula con suficiente espacio, ya que es menos probable que se autolesione
Urinación Sábanas para la incontinencia y ropa de cama que absorba la humedad bajo los pacientes. Cambiarlas cuando estén mojadas. Lavar y secar a fondo a los pacientes después de ensuciarse
Conciencia limitada Las llagas por presión Tener acolchado posterior en la jaula. Reposicionar al paciente con frecuencia
Atrofia muscular Fisioterapia regular y masaje de las extremidades para aumentar el flujo sanguíneo
Desarrollo de la afección Seguimiento estrecho del estado de los pacientes, comprobando los signos neurológicos, anotando los cambios e informando al veterinario
Deshidratación Manejar los fluidos intravenosos, comprobando líneas, catéteres, entrada y salida de fluidos. Pesar al paciente diariamente. Suministrar pequeñas cantidades de agua. Ofrecer por vía oral si el paciente tiene un nivel de conciencia suficientemente alto
Déficits nutricionales Calcular las necesidades de energía en reposo del paciente (RER) y obtener la mejor manera de proporcionarle nutrición, es decir, alimentación con jeringa o sonda de alimentación.Dividir la alimentación en pequeñas tomas para evitar abrumar al sistema digestivo.Asegúrese de que el paciente se limpie después de cada comida, y limpie los restos de comida del pelo y la cara.Evite estresar al paciente con la alimentación por jeringa, una sonda de alimentación no invasiva puede ser una opción menos estresante para el paciente
Equilibrio/propiocepción El paciente no puede ponerse de pie o caminar Ayude al paciente a ponerse de pie y a mantener el equilibrio apoyando cada extremo. Un cabestrillo abdominal puede ser una opción útil con los pacientes de mayor tamaño.Disuadir al paciente de dar más de unos pocos pasos si está caminando para evitar que se caiga o se lesione

Las enfermeras también deben estar atentas a los signos clínicos que presentan o desarrollan los pacientes en el hospital. Por ejemplo, un paciente hospitalizado con moquillo puede empezar a mostrar signos neurológicos como inclinación de la cabeza, cambios en el tamaño de las pupilas o convulsiones. Se debe tomar nota de estos signos e informar al veterinario, ya que esto podría conducir a la detección temprana de la encefalitis.

Los siguientes son ejemplos de consideraciones de enfermería para los pacientes con encefalitis:

  • Una jaula bien acolchada para garantizar que cualquier actividad convulsiva no provoque lesiones y que un paciente recostado no sea susceptible de sufrir escaras. Los colchones para bebés y niños colocados debajo de los pacientes y en las paredes de la jaula pueden ser un método excelente para proteger al paciente con convulsiones para que no se lastime durante las mismas.
  • Tener un plan de convulsiones. Debe dispensarse medicación anticonvulsiva para administrarla por vía intravenosa o rectal en caso de que el paciente sufra una convulsión.
  • Monitorear la presión intracraneal o el reflejo de Cushing; identificar los signos de presión arterial, bradicardia repentina y respiración irregular (Fodstad et al, 2006).
  • Considerar una escala de coma o una escala AVPU para evaluar el nivel de conciencia:
  • A: alerta – ¿parece el animal consciente y atento a su entorno?
  • V: responde a los estímulos verbales – ¿responde el animal a los ruidos o a la voz?
  • P: responde al dolor – ¿responde el animal a los pellizcos en los dedos de los pies o en las orejas?
  • U: No responde (Hanel et al, 2016).
  • Limpiar a los pacientes de cualquier fluido corporal como orina, heces y vómitos – utilizar un método de baño de esponja para limpiar al paciente, es decir, una toalla caliente y húmeda, es mucho menos estresante para el paciente que trasladarlo a una zona de baño. Cualquier champú o residuo de jabón debe limpiarse completamente del pelaje, ya que puede provocar irritación de la piel si se deja. Secar completamente al paciente para garantizar que la temperatura corporal no descienda y para su comodidad.
  • Cambiar la ropa de cama húmeda: los pacientes deben tener una sábana para la incontinencia debajo de la ropa de cama que absorba la humedad para alejar cualquier líquido del paciente. La ropa de cama debe cambiarse tan pronto como se ensucie para evitar la incomodidad del paciente, el escaldado de la orina y la disminución de la temperatura corporal.
  • Otro método para evitar el escaldado de la orina es la colocación de una sonda urinaria. La expresión manual de la vejiga conlleva riesgos de rotura de la vejiga y sólo debe realizarse bajo supervisión veterinaria.
  • Asegúrese de que el entorno es tranquilo, está poco iluminado y es silencioso – lo ideal es que el paciente con compromiso neurológico se mantenga en una zona con poco tránsito de personas, ruido y luz. El paciente debe mantenerse lo más tranquilo posible, sin movimientos bruscos ni estrés. El paciente ciego debe ser abordado lenta y suavemente – haga que el paciente sea consciente de su presencia para no asustarlo.
  • Ejercicios pasivos de amplitud de movimiento para evitar la atrofia muscular y las úlceras por presión. Para los pacientes con conciencia limitada, esto es muy importante. Deben recibir fisioterapia al menos tres veces al día y el paciente recostado debe ser girado regularmente para evitar la neumonía y desalentar las escaras. La fisioterapia puede realizarse levantando las piernas del paciente y extendiendo y contrayendo suavemente la extremidad con un movimiento natural. Esto favorece el flujo sanguíneo a través de los músculos. Al girar a los pacientes, siempre hay que rodar las piernas por debajo para evitar cualquier contorsión.
  • En el paciente comatoso, los ojos deben lubricarse con regularidad para asegurarse de que no hay daños causados por la sequedad de los ojos.
  • La boca debe revisarse en un paciente comatoso para asegurarse de que no se muerde la mejilla o la lengua. Mantenga la boca libre de cualquier obstrucción o acumulación de comida, y elimine cualquier regurgitación.
  • Manejo nutricional: debe calcularse el requerimiento de energía en reposo (RER) del paciente y debe suministrarse una dieta veterinaria de alta calidad, ya sea por vía oral o a través de una sonda de alimentación. La boca y el pelaje del paciente deben limpiarse después de la alimentación para eliminar cualquier alimento o residuo. No debe dejarse comida en la perrera, ya que esto puede provocar aversión a la comida. La RER puede calcularse utilizando: RER (kcal/día) = 70 x (peso corporal en kg)0,75. El apoyo nutricional sólo debe proporcionarse a los pacientes que estén plenamente conscientes y no tengan un estado mental alterado.
  • Al monitorizar a los pacientes braquicéfalos, tenga en cuenta el riesgo de privación de oxígeno debido a sus pequeñas vías respiratorias; tenga preparado un suministro de oxígeno en caso de que el paciente empiece a mostrar signos de dificultad respiratoria. Asegúrese de que se vigila de cerca su temperatura, ya que estas razas pueden sobrecalentarse.

Otra consideración para el personal de enfermería es gestionar las expectativas de los clientes. Puede ser un momento muy estresante y preocupante para los clientes cuando su mascota está enferma. Después de hablar con el veterinario, los clientes pueden sentirse abrumados y confundidos. Puede ser útil hablar con la enfermera sobre sus preocupaciones. Asegúrese de informar regularmente a los clientes sobre la evolución de su mascota y los cuidados que se le están proporcionando. Anímelos a venir a visitar a su mascota: las visitas de los propietarios pueden mejorar la actitud del paciente y proporcionarle un estímulo positivo. Esto también podría ayudar con la depresión si están hospitalizados durante varios días.

Los propietarios deben ser conscientes de que con una condición como la encefalitis, los signos clínicos pueden desarrollarse y cambiar a lo largo del curso de la enfermedad. Anime al veterinario a discutir el posible desarrollo y los cambios de los signos clínicos.

Conclusión

Hay muchas causas diferentes de inflamación cerebral. La encefalitis infecciosa es mucho menos común que la inmune. Esta afección pone rápidamente en peligro la vida y debe ser diagnosticada y tratada lo antes posible. El tipo de raza y la ubicación geográfica del paciente, incluidos los lugares a los que ha viajado la mascota, son fuertes indicadores de que la afección podría estar presente. La encefalitis puede presentarse como una aparición aguda de movimientos en círculos, presionar la cabeza, chocar con las paredes, deambular sin rumbo, pasear, ceguera o actuar de forma confusa después de las comidas. Los signos menos graves pueden incluir dificultades de aprendizaje/entrenamiento, letargo o desorientación. La encefalitis suele ser progresiva y, si no se trata, puede ser mortal. El análisis del LCR es el método de diagnóstico más definitivo y la citología podría indicar el patógeno causante si está presente. El tratamiento es específico para cada causa y debe incluir el tratamiento de los signos clínicos. Debe llevarse a cabo una enfermería intensiva teniendo en cuenta todos los signos clínicos y se recomienda un plan de cuidados de enfermería exhaustivo. Esto debería incluir consideraciones como asegurar que el paciente esté en un entorno tranquilo y poco transitado dentro de la clínica, que la perrera esté bien acolchada para el paciente semiinconsciente o con convulsiones, y asegurar que los clientes tengan apoyo y estén bien informados de la enfermedad de su mascota.

PUNTOS CLAVE

  • La encefalitis es una condición neurológica definida como una inflamación del cerebro.
  • La encefalitis se cataloga como infecciosa o no infecciosa.
  • Los signos clínicos pueden incluir inclinación de la cabeza, paso de ganso, pupilas desiguales, convulsiones y pérdida de conciencia.
  • La encefalitis puede ser mortal.
  • El tratamiento es variado y se centra principalmente en el manejo de los signos clínicos.

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