Hefesto y cómo el quebrantamiento contribuye a la creatividad

Al examinar los mitos del mundo en busca de pistas para la creatividad y para vivir una vida más creativa, puede ser útil observar las cualidades arquetípicas de dioses y diosas de diferentes culturas, y cómo el impulso creativo se manifiesta en las historias de esos dioses. Recientemente he pasado algún tiempo con el dios griego Hefesto, y he llegado a creer que tiene, en sus mitos, algunas cosas interesantes que enseñarnos sobre cómo utilizar todas las partes de nosotros mismos, el todo y lo roto, para traer nuevas ideas al mundo.

Hefesto es el dios de la forja para los griegos, de la metalurgia y del fuego, particularmente del fuego volcánico. Los romanos lo conocen como Vulcano, y su nombre es utilizado como sinónimo de fuego por los poetas griegos y romanos, especialmente el fuego al servicio de la creación del arte. La historia de su origen es contada de forma diferente por los distintos poetas. O bien es hijo tanto de Hera como de Zeus, o bien es hijo sólo de Hera, una represalia por el nacimiento solitario de Atenea de la cabeza de Zeus. Sin embargo, en cualquier historia sobre Hefesto, éste es cojo. Se queda cojo al ser arrojado del monte Olimpo, y a menudo se le muestra en mitos posteriores o en imágenes míticas siendo apoyado de alguna manera.

También es, para los griegos y sus poetas, uno de los dioses que cumplen el papel de héroe de la cultura para los humanos, enseñándoles cómo hacer arte y la importancia de hacerlo. Es el dios patrón de aquellos que trabajan con sus manos para formar metales, haciendo arte y armas. Él mismo hace lo mismo, creando objetos bellos e ingeniosos. Tenemos varios mitos en los que Hefesto utiliza su habilidad en la forja para crear una trampa para otro dios o diosa (la fina cadena que hace para colgar sobre la cama de su esposa Afrodita para atraparla con su amante es un excelente ejemplo).

Para los aristoi griegos para los que se escribieron muchos mitos, Hefesto era, como los muchos artesanos que trabajaban en la Grecia clásica, objeto de desprecio y burla. No era raro que los cojos se convirtieran en trabajadores del metal, y los ciudadanos griegos amaban al bello Apolo, y denigraban al feo y cojo Hefesto y a los que le seguían. (Classical Myth, Powell, página 175)

Fue despreciado, pero todavía tenía un lugar entre los doce olímpicos. Como héroe de la cultura, «enseñó a los hombres el trabajo que era noble para los hombres en la tierra, hombres que antes vivían en cuevas en las montañas como animales» (Himnos homéricos, El himno a Hefistos). En las últimas líneas del himno, Homero ruega a Hefesto que «nos dé la excelencia».

La característica más definitoria de Hefesto, aparte de su creatividad, es su cojera. Es el único del Panteón que no es físicamente perfecto, y sin embargo se le incluye entre los doce, a pesar de la repugnancia de los griegos por los feos y los cojos. ¿A qué se debe esto? No es casualidad que represente el fuego, que es un símbolo en las culturas de todo el mundo de purificación y regeneración, de pasar por una prueba y salir fortalecido del otro lado. Hefesto ha hecho esto. Queda cojo por un acto de violencia cometido contra él por su familia, pero aun así regresa al Olimpo, aportando belleza y herramientas útiles a ese mundo. No permite que su enfermedad le impida hacer arte, sino que la utiliza para transformar. Su quebranto es el catalizador para la creación de su arte, y el vehículo de su inteligente enfoque para la resolución de problemas. No deja que el hecho de ser imperfecto le impida utilizar sus habilidades al servicio de su mundo, y éste sería un lugar menor si lo hubiera hecho.

Lo mismo ocurre con nosotros. He hablado con muchas personas a lo largo de los años que creen que la imperfección es una razón para mantenerse alejados de la expresión creativa. Comparan su trabajo con el de los maestros en el campo que han elegido y, al sentir que se quedan cortos, deciden no intentarlo. Ser creativo puede ser un esfuerzo que da miedo, y puede ser tentador excusarnos del intento culpando a nuestra ruptura, nuestra imperfección, nuestras cicatrices. Sin embargo, Hefesto nos muestra que nuestro trabajo más fuerte y mejor puede surgir de esa misma imperfección, que nuestra propia ruptura es una de las herramientas más fuertes de las que disponemos. De esa ruptura puede surgir el arte más hermoso.

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