Historia de las cerillas y los mecheros

El fuego fue la base de la humanidad moderna y el catalizador de la expansión de nuestros antepasados más allá de las fronteras de África. Nos dio el poder de sobrevivir en entornos difíciles, procesar los alimentos y cambiar la forma del entorno en el que vivimos. Con el paso de los milenios, y cuando la raza humana empezó a desarrollar herramientas avanzadas y a formar las primeras civilizaciones neolíticas, la capacidad de crear comida se hizo común en todo el mundo. Sin embargo, ese proceso seguía siendo lento, poco fiable y dependiente de muchas condiciones (lluvia, viento, poca portabilidad). Debido a estos problemas, muchos científicos, químicos e ingenieros de las primeras civilizaciones humanas (Mesopotamia, Egipto, India, China, Grecia y Roma) intentaron encontrar alguna forma de hacer que el fuego fuera fácil de crear, portátil y fiable. Como carecían de conocimientos de química y física, sus primeros esfuerzos fueron infructuosos. El único ejemplo relativamente exitoso del control temprano del fuego vino de la China del siglo V d.C., donde se utilizaron palos de madera recubiertos de azufre como catalizador de la creación del fuego. Hacia el siglo X la fabricación de estos «esclavos de la luz» o «palos de fuego» se podía encontrar en todas las partes de China, pero el fósforo autoencendido pegado no se encontró.

Pasaron 1000 años, y los científicos todavía no se acercaron a la manera de crear una fuente de fuego autoencendido que pudiera ser utilizada de manera confiable por la población en general (algunas reacciones químicas poco prácticas y muy peligrosas estaban presentes). La base de la tecnología moderna de cerillas y encendedores fue fundada nada menos que por el alquimista Hennig Brandt en la segunda mitad del siglo XVII, que toda su vida soñó con crear oro a partir de otros metales. Durante su carrera consiguió extraer fósforo puro y probar sus interesantes propiedades inflamables. Aunque descartó el fósforo en sus experimentos alquímicos, sus apuntes resultaron ser un importante peldaño para futuras generaciones de inventores.

La primera cerilla fue creada en 1805 por Jean Chancel en París. Esta cerilla rudimentaria no se parecía en nada a las modernas cerillas «llamativas» que utilizamos hoy en día. En lugar de utilizar fósforo, Chancel optó por recubrir un palo de madera con clorato de potasio, azufre, azúcar y goma, y luego sumergir ese palo en la pequeña botella de amianto llena de ácido sulfúrico. La conexión entre el ácido y la mezcla en el palo iniciaría el fuego y liberaría humos muy desagradables en la cara del usuario.

Historia de las cerillas

Durante los últimos 200 años, científicos e ingenieros de todo el mundo consiguieron crear las cerillas que todos amamos y utilizamos hoy en día. Aquí puedes saber más sobre esos inventores, sus historias de vida y trabajo, y la forma en que sus hazañas cambiaron nuestra forma de vivir hoy en día.

Inventores de cerillas

Durante la historia del fuego, varios inventores consiguieron crear dispositivos y procedimientos que tuvieron un profundo impacto en el desarrollo de nuestra cultura y la forma de vida. Fueron John Walker, Charles Sauria y Gustaf Erik Pasch.

Fabricación de cerillas

El período inicial de la historia de las cerillas estuvo repleto de diversos diseños y formas de crear fuego. Ahora que el «fósforo de seguridad» ha conseguido conquistar el mercado mundial con su diseño seguro y fiable, puedes descubrir cómo se fabrica aquí mismo.

Historia del mechero

La historia del mechero comenzó durante la década de 1920 con las hazañas del químico e inventor Johann Wolfgang Döbereiner. Su dispositivo llamado «lámpara de Döbereiner» sirvió como un excelente trampolín para la creación de la industria moderna de los encendedores y las tecnologías que se utilizan hoy en día en todos los encendedores del mundo.

Con el auge de la química moderna, no era extraño ver que el primer encendedor fue creado antes que la primera cerilla de fricción. El famoso químico alemán Johann Wolfgang Dobereiner creó su «lámpara de Döbereiner» en 1823, que utilizaba la reacción química entre el zinc y el ácido sulfúrico para crear gas hidrógeno muy inflamable. Aunque este invento fue realmente notable y ha impulsado a muchos otros inventores a empezar a desarrollar nuevos diseños de encendedores, fue la introducción en 1826 de la primera cerilla de fricción por el químico y farmacéutico inglés John Walker la que realmente consiguió cambiar la forma de crear fuego. Después de él, muchos otros inventores añadieron sus contribuciones y avances, hasta llegar al fenómeno mundial de las cerillas de fósforo blanco creadas por el francés Charles Sauria. A pesar de que este tipo de cerillas era muy popular, el fósforo blanco acabó siendo prohibido para el uso público debido a sus propiedades tóxicas.

La cerilla moderna definitiva nació a mediados del siglo XIX de la mano del químico sueco Gustaf Erik Pasch. Su diseño de «cerilla de seguridad» alejó el fósforo de la propia cerilla y lo colocó en una superficie de contacto segura, lo que permitió crear cerillas mucho más seguras, fáciles de usar y baratas. Su invento fue muy popularizado por el industrial e inventor sueco John Edvard Lundström, que inició la primera producción en masa de este tipo de cerillas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.