Insomnio

Según el manual ICSD-3 de la Academia Americana de Medicina del Sueño, el insomnio se define como «una dificultad persistente con el inicio, la duración, la consolidación o la calidad del sueño.» El insomnio tiene muchos factores y síntomas potenciales que contribuyen a él, pero su diagnóstico depende de dos componentes esenciales: las dificultades para dormir que se producen a pesar de las oportunidades adecuadas para el sueño normal, y el deterioro diurno que resulta directamente de la mala calidad o duración del sueño.

El insomnio crónico se caracteriza por síntomas que se producen al menos tres veces por semana durante al menos tres meses. El insomnio que dura o menos de tres meses se conoce como insomnio de corta duración. En raras ocasiones, los pacientes pueden presentar síntomas de insomnio sin cumplir los criterios del insomnio de corta duración y pueden justificar algún tipo de tratamiento. Esto se conoce como otro tipo de insomnio.

Aunque el insomnio puede manifestarse de diferentes maneras, la mayoría de los diagnósticos se incluyen en una de las dos categorías:

  • El insomnio de inicio del sueño se refiere a la dificultad para conciliar el sueño. Este tipo de insomnio puede darse en personas a las que les cuesta relajarse en la cama, así como en personas cuyo ritmo circadiano no está sincronizado debido a factores como el jet lag o los horarios de trabajo irregulares.
  • El insomnio de mantenimiento del sueño se refiere a la dificultad para permanecer dormido después de haber dado la primera cabezada. Este tipo de insomnio es frecuente en personas de edad avanzada, así como en personas que consumen alcohol, cafeína o tabaco antes de acostarse. Ciertos trastornos como la apnea del sueño y el trastorno del movimiento periódico de las extremidades también pueden causar insomnio de mantenimiento del sueño.

Algunas personas pueden tener un insomnio mixto que implica tanto dificultades de inicio como de mantenimiento del sueño, y las personas con insomnio crónico pueden encontrar que estos síntomas cambian con el tiempo.

Causas y síntomas del insomnio

Se cree que el insomnio se origina debido a un estado de hiperactivación que puede afectar al inicio y al mantenimiento del sueño. La hiperactivación puede ser mental, física o una combinación de ambas. Los factores ambientales, fisiológicos y psicológicos pueden desempeñar un papel en el insomnio. Entre ellos se encuentran los siguientes:

  • La ingestión o el consumo de sustancias que afectan negativamente al sueño. Entre ellas se encuentran el alcohol, la nicotina y otras drogas, así como la cafeína. Ciertos medicamentos también pueden dificultar el sueño, como las pastillas para adelgazar y los remedios para el resfriado. Las personas también pueden experimentar problemas de inicio o mantenimiento del sueño a medida que sus cuerpos se aclimatan a los nuevos medicamentos o hacen frente a la retirada de los medicamentos después de terminar su uso.
  • Problemas de salud. El dolor y el malestar físico pueden dificultar la conciliación del sueño y/o la permanencia en el mismo, lo que conduce a deficiencias diurnas. Las afecciones que requieren visitas frecuentes al baño por la noche, como el embarazo o el agrandamiento de la próstata, también pueden causar síntomas de insomnio. Lo mismo ocurre con la apnea del sueño, un trastorno caracterizado por episodios respiratorios irregulares conocidos como apneas que se producen a lo largo de la noche. El dolor crónico, el síndrome de las piernas inquietas y las enfermedades cardíacas y pulmonares también se asocian al insomnio.
  • Trastornos del comportamiento y de la salud mental. El insomnio es un síntoma común de la depresión. El estrés y la ansiedad también pueden contribuir al insomnio, que a su vez puede exacerbar los sentimientos de estrés y ansiedad. Los trastornos mentales, como el trastorno bipolar, también pueden causar insomnio. Se sabe que la preocupación excesiva por la falta de sueño provoca insomnio.

El insomnio también se ha relacionado con un estilo de vida y unos hábitos de sueño poco saludables. Muchas personas adoptan estos hábitos cuando son más jóvenes, lo que hace que sean difíciles de romper cuando son adultos. Estos hábitos pueden incluir ir a la cama a una hora diferente cada noche o hacer una siesta demasiado larga durante el día. La exposición a dispositivos «de pantalla» como ordenadores, televisores y teléfonos móviles también puede causar problemas de sueño, al igual que trabajar en turnos de tarde o noche. Otros factores pueden provocar dificultades para conciliar o mantener el sueño, como el ejercicio inadecuado durante el día o el exceso de ruido y/o luz en el dormitorio del durmiente.

Los síntomas más comunes entre los pacientes con insomnio crónico incluyen la dificultad para conciliar y/o mantener el sueño, despertarse antes de lo previsto y no sentirse cansado o listo para ir a la cama a las horas previstas. El deterioro diurno es un componente necesario del insomnio, y esto también puede manifestarse de diferentes maneras. Entre las alteraciones más comunes se encuentran la fatiga y el malestar, las dificultades de memoria y concentración, las alteraciones del estado de ánimo y la irritabilidad, y los problemas de comportamiento como la hiperactividad y la agresividad.

El insomnio en cifras

Varias encuestas y estudios sobre el sueño han arrojado resultados contradictorios sobre la prevalencia del insomnio entre los distintos grupos de durmientes. Algunas estimaciones conservadoras muestran que entre el 10% y el 30% de los adultos viven con insomnio crónico. Para otros estudios, esta cifra está más cerca del 50% al 60%.

El insomnio también es más frecuente en ciertos grupos demográficos. Los estudios han demostrado que el insomnio afecta a entre el 30% y el 48% de las personas mayores. Esto puede atribuirse a las condiciones médicas crónicas, el aislamiento social y el mayor uso de medicamentos recetados, así como a factores como los hábitos de sueño poco saludables y el estrés que causan insomnio en todos los grupos de edad. Otros estudios han descubierto que el insomnio puede darse hasta en el 23,8% de los adolescentes. Más del 50% de las mujeres embarazadas experimentan problemas de sueño que también pueden ser síntomas de insomnio.

Las tasas de insomnio entre los diferentes grupos raciales y étnicos son un poco más difíciles de precisar. Algunos estudios muestran una mayor tasa de prevalencia del insomnio entre los grupos minoritarios en comparación con los blancos. Otros estudios han arrojado resultados opuestos, que sugieren que los blancos tienen más dificultades para iniciar y mantener el sueño que los negros y los hispanos.

Consejos para prevenir el insomnio

El insomnio crónico puede requerir la prescripción de medicamentos, terapia cognitivo-conductual y otros tipos de tratamiento formal. Para algunas personas, la práctica de hábitos de vida saludables y una buena higiene del sueño pueden aliviar los síntomas del insomnio y ayudarles a dormir más profundamente. Las siguientes medidas de higiene del sueño pueden ser beneficiosas para las personas con insomnio:

  • Limitar o eliminar las siestas, especialmente a última hora del día
  • Restringir el consumo de alcohol, cafeína, y productos del tabaco por la noche
  • Evitar las comidas nocturnas
  • Limitar el tiempo de pantalla antes de acostarse
  • Mantener una dieta saludable y hacer ejercicio con regularidad durante el día
  • Seguir un horario de sueño consistente que incluya las mismas horas de acostarse y levantarse todos los días
  • Utilizar su dormitorio y el colchón, para dormir y tener sexo – evite trabajar, jugar a videojuegos y otras actividades estimulantes
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