Para muchos, la palabra sensual tiene una connotación puramente sexual, pero el significado más tradicional de la palabra es, ‘gratificación de los sentidos’. Usando esa definición, una persona sensual es alguien que sabe cómo estimular sus sentidos por medios no sólo prácticos, sino también placenteros.

Además del beneficio obvio de experimentar placer, ser capaz de sintonizar o enfocar los 5 sentidos primarios de uno tiene numerosos beneficios físicos y mentales.

¿Qué nos impide ser sensuales en primer lugar?

Cuando éramos bebés y niños pequeños, estábamos completamente absortos en la exploración sensorial del mundo que nos rodeaba, metiéndonos todo (incluso nuestros propios deditos) en la boca, encantados de escuchar el sonido de nuestros propios gritos, risas y llantos. Nuestros cinco sentidos eran la forma en que nos enterábamos de todo. Pero el condicionamiento social y la madurez nos enseñaron a disminuir nuestra interacción sensorial con el mundo en nombre de la adecuación. Cosas como tocarse a sí mismo, vocalizaciones fuertes y movimientos desinhibidos fueron desalentados y etiquetados como cosas que «los niños y niñas bien educados» no hacían. Como resultado, muchos de nosotros nos hemos desvinculado en gran medida de nuestros sentidos, e incluso podemos sentirnos incómodos por ser demasiado indulgentes o inmorales.