Los años sesenta – Los disturbios urbanos

Lyndon Johnson, llevó a la presidencia una visión de un país que ya no estaba dividido entre ricos y pobres, blancos y negros, los que no tenían poder y los que lo tenían. A partir de la desesperación que siguió al asesinato de JFK, Johnson inauguró programas destinados a cerrar la brecha entre ricos y pobres, y concomitantemente entre estadounidenses blancos y negros, lanzando una «Guerra contra la Pobreza». Su Ley de Oportunidad Americana incluía programas como «Upward Bound» y «Headstart», que siguen siendo elementos de la educación estadounidense incluso hoy en día.

Parte del plan de Johnson se centraba en la potenciación de las iniciativas de acción local, o CAP (Programas de Acción Comunitaria), para combatir la pobreza en las comunidades individuales. Poner a líderes negros locales (apoyados por estipendios federales) a cargo de la implementación de dichos programas a veces atrajo el resentimiento de los políticos blancos locales y de los miembros de la comunidad policial. Este resentimiento se tradujo a menudo en la tolerancia oficial de los actos de brutalidad de los uniformados contra los negros, comportamiento que con demasiada frecuencia quedaba impune. A medida que la animosidad se iba enconando, una población negra ya frustrada y enfadada en las ciudades de Estados Unidos llevó violentamente ese sentimiento de injusticia a las calles en forma de manifestaciones, saqueos y destrucción de la propiedad.

Irónicamente, todos los planes de Johnson y la legislación de la «Gran Sociedad» estaban haciendo algunos progresos para aliviar algunas de las condiciones que impedían el progreso económico y las oportunidades educativas, cuando las ciudades se volvieron violentas. La tolerancia a los programas federales había sido limitada en ambos lados del espectro de color debido a los prejuicios de los blancos, por un lado, y al retraso en la realización de las esperanzas, por el otro.

Los grandes disturbios raciales han ocurrido en Estados Unidos al menos desde los disturbios de Harlem de 1948, pero la década de los 60 superó todo lo vivido anteriormente. En los cinco días de disturbios de Watts, en agosto de 1965, murieron 34 personas y mil resultaron heridas; y en los disturbios de Detroit, en 1966, hubo 43 muertos. Tras el asesinato de Martin Luther King en 1968, estallaron disturbios en más de 120 ciudades, incluidas Chicago y Washington. Todavía nos quedaban kilómetros por recorrer antes de poder dormir.

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