Neutrófilos

Los granulocitos neutrófilos o neutrófilos polimorfonucleares (PMN) son los glóbulos blancos más abundantes en humanos y ratones. Se caracterizan por la forma multilobulada de su núcleo (Figura 1, izquierda), que los distingue de otros glóbulos blancos de origen linfoide o mieloide, como los linfocitos y los monocitos.

Figura 1. Izquierda: Neutrófilos humanos teñidos con Giemsa vistos al microscopio; recién aislados (arriba) o cultivados junto con citoquinas (abajo). Derecha: Neutrófilos humanos que albergan micobacterias fagocitadas, analizados mediante microscopía de fluorescencia.

Los neutrófilos son los primeros glóbulos blancos reclutados en los lugares de inflamación aguda, en respuesta a señales quimiotácticas como la CXCL8 (interleucina-8, IL-8) producida por las células tisulares estresadas y las células inmunitarias residentes en los tejidos, como los macrófagos. Por lo tanto, los neutrófilos constituyen una gran proporción del infiltrado celular temprano en los tejidos inflamados y son el principal constituyente del pus.

Limpieza de microbios

Los neutrófilos representan la primera línea de defensa en respuesta a los microbios invasores, mediante la fagocitosis de patógenos y/o la liberación de factores antimicrobianos contenidos en gránulos especializados. La fagocitosis es un proceso activo, mediado por el receptor, durante el cual un patógeno se internaliza en una vacuola especializada, el fagosoma (Figura 1, derecha).

La interacción con el patógeno puede ser directa, a través del reconocimiento de los patrones moleculares asociados a patógenos (PAMP) por parte de los receptores de reconocimiento de patrones (PRR) de los neutrófilos, o indirecta, a través del reconocimiento de los microbios opsonizados por parte de los receptores Fc o los receptores del complemento. El fagosoma experimenta un rápido proceso de maduración que implica la fusión con los gránulos de los neutrófilos y la entrega dirigida de moléculas antimicrobianas y la generación de especies reactivas de oxígeno (ROS).

La desgranulación de gránulos específicos en la superficie de los neutrófilos y la extrusión de ácidos nucleicos para formar trampas extracelulares de neutrófilos (NET) crean un entorno antimicrobiano en el sitio inflamatorio y contribuyen a la eliminación de patógenos extracelulares.

Los neutrófilos en la interfaz entre la inmunidad innata y la adaptativa

Los neutrófilos en la interfaz entre la inmunidad innata y la adaptativa
Los neutrófilos se han considerado históricamente como células efectoras de corta duración del sistema inmunitario innato, ya que se someten a una apoptosis espontánea in vitro a menos que sean rescatados por señales de supervivencia como las citocinas inflamatorias o los compuestos microbianos (Figura 1, izquierda). Sin embargo, este punto de vista rara vez tiene en cuenta la noción de que los neutrófilos contribuyen de forma importante al reclutamiento, la activación y la programación de otras células inmunitarias. Estudios recientes demuestran que los propios neutrófilos secretan una serie de citocinas y quimiocinas proinflamatorias e inmunomoduladoras capaces de potenciar el reclutamiento y las funciones efectoras de otras células. Los neutrófilos interactúan con una serie de células inmunes y no inmunes, como las células dendríticas (CD), las células B, las células NK, las células T CD4, CD8 y γδ, así como las células madre mesenquimales, y pueden encontrarse en los ganglios linfáticos de drenaje y en el bazo.

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