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Los trastornos respiratorios relacionados con el sueño son un espectro de afecciones entre las que la apnea obstructiva del sueño (AOS) es el síndrome clínico crónico más grave y complejo. Se caracteriza por episodios repetidos de oclusión de las vías respiratorias superiores, que dan lugar a un breve período de interrupción de la respiración (apnea) o a una reducción significativa del flujo de aire (hipopnea) durante el sueño. Las personas con AOS pueden experimentar ronquidos fuertes, desaturación de oxígeno, despertares frecuentes y alteración del sueño. Las alteraciones del sueño también provocan hipersomnolencia, problemas de concentración durante el día y una mala calidad de vida. La AOS sigue siendo una entidad poco reconocida y subdiagnosticada. La prevalencia global de la AOS varía del 0,3% al 5,1% en la población general. En la India, la AOS varía entre el 4,4% y el 13,7% (4,4%-19,7% en hombres y 2,5%-7,4% en mujeres) en diferentes estudios. La prevalencia de la AOS aumenta con la edad, sobre todo en adultos >60 años. La creciente tasa de obesidad también contribuye al aumento de la AOS. Otros factores que contribuyen son el sexo masculino, los factores anatómicos, los trastornos genéticos y metabólicos, el tabaquismo y la mujer posmenopáusica, etc.

Estudios recientes han demostrado que existe una relación entre el asma bronquial y la AOS y que hay una relación bidireccional en la que cada trastorno influye negativamente en el otro. Los pacientes con asma parecen tener un mayor riesgo de padecer AOS que la población general. El primer estudio que examinó el asma y la AOS fue un informe de casos realizado por Hudgel y Shucard en 1979. Desde entonces, varios estudios han demostrado una mayor prevalencia de trastornos del sueño entre los pacientes asmáticos. Los estudios epidemiológicos demuestran que los pacientes asmáticos informan con mayor frecuencia de ronquidos, somnolencia diurna excesiva y apnea. Un reciente estudio epidemiológico prospectivo basado en la población demostró que el asma se asocia con un mayor riesgo de AOS de nueva aparición. En este estudio histórico, la incidencia de AOS durante 4 años en pacientes con asma autodeclarada fue del 27%, en comparación con el 16% sin asma. El riesgo relativo ajustado por factores de riesgo como el índice de masa corporal, la edad y el sexo fue de 1,39 (intervalo de confianza del 95%: 15%-19%).

A pesar de esta asociación bien descrita entre el asma y la AOS, los mecanismos que vinculan al dúo siguen siendo hipotéticos. Algunas de las vías putativas que relacionan la AOS con el asma son el aumento del tono parasimpático durante la apnea, la broncoconstricción refleja relacionada con la hipoxemia, la irritación de los receptores neurales de las vías respiratorias superiores, la alteración de la secreción neurohormonal nocturna, el aumento de los mediadores inflamatorios (tanto locales como sistémicos), el reflujo gastroesofágico y la obesidad. Los corticosteroides pueden ser un factor potencialmente contribuyente por su efecto en el calibre de las vías respiratorias superiores (aumento de la adiposidad) o en la función del músculo dilatador (miopatía por esteroides), como se identificó en un estudio sobre la relación dependiente de la dosis de corticosteroides inhalados y el riesgo de AOS. Además, hay que tener en cuenta que la AOS y el asma suelen complicarse por las comorbilidades compartidas y el potencial de las vías casuales multidireccionales, es decir, la obstrucción, la inflamación, la obesidad, el trastorno por reflujo gastroesofágico y la rinitis. La coexistencia y la hipotética relación entre tos/asma, obesidad/OSA, rinosinusitis y reflujo esofágico también se ha acuñado como «síndrome CORE» que debe considerarse especialmente entre los pacientes asmáticos refractarios a la terapia.

Por otra parte, la AOS puede afectar negativamente a los resultados relacionados con el asma. Cada vez hay más pruebas que sugieren que la AOS se asocia con un mal control del asma, más síntomas nocturnos y exacerbaciones frecuentes en los pacientes asmáticos. Se ha descubierto que la AOS se asocia a cambios específicos en la inflamación de las vías respiratorias, que es predominantemente neutrofílica, con niveles elevados de metaloproteinasa de matriz-9, interleucina-8 y un bajo grosor de la membrana basal reticular en pacientes con asma grave, lo que sugiere cambios en la remodelación de las vías respiratorias. Curiosamente, los pacientes a los que se les diagnostica AOS y se les trata con presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) parecen tener un mejor control del asma en cuanto a la mejora de los síntomas del asma, así como mejores tasas de flujo espiratorio máximo matutino y calidad de vida. Parece que la CPAP tiene efectos beneficiosos sobre las propiedades mecánicas y neuromecánicas de las vías respiratorias inferiores, además de mejorar el reflujo gastroesofágico y la inflamación local y sistémica. La CPAP también restablece el sueño y ayuda a controlar el asma.

Por lo tanto, es importante identificar esta doble asociación, bastante compleja, entre el asma y la AOS. Hay pruebas más que suficientes de que la AOS no es infrecuente entre los pacientes con asma; sin embargo, se investiga poco. La AOS se pasa por alto en gran medida en los pacientes con asma no controlada. Los pacientes con un mal control del asma, a pesar del tratamiento óptimo recomendado, deben someterse a un cribado para detectar una posible AOS, a fin de reducir el coste del tratamiento, la morbilidad y mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Las investigaciones futuras sobre este «síndrome de solapamiento alternativo» mejorarán nuestra comprensión de este tema con algunas ideas más útiles para mejorar las estrategias de gestión.

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