Terapia de prevención de recaídas

En el tratamiento de la adicción, una «recaída» se refiere a la reaparición de la conducta adictiva, después de un intento de recuperación. Es útil abordar específicamente la recaída durante los esfuerzos de recuperación. Estadísticamente hablando, la mayoría de los individuos que hacen un esfuerzo de recuperación experimentarán una recaída en algún momento. Sin una preparación previa, los antojos conducirán inevitablemente a la recaída. Cuando se produce una recaída, los sentimientos de culpa y autoculpabilidad sólo pueden empeorar la situación.

La terapia de prevención de recaídas (RPT, Marlatt & Donovan, 2005) es un tipo de terapia cognitivo-conductual. La RPT pretende limitar o prevenir las recaídas ayudando al participante en la terapia a anticiparse a las circunstancias que probablemente provoquen una recaída. Puede desarrollar una estrategia para hacer frente a estas situaciones de alto riesgo por adelantado. Esto se denomina plan de prevención de recaídas. Por ejemplo, los participantes en la terapia aprenden que ciertos sentimientos son desencadenantes habituales de las recaídas. Resumimos estos sentimientos con el acrónimo BHALT: aburrido, hambriento, enfadado, solo y cansado. La terapia de prevención de recaídas enseña a los participantes en la terapia a estar atentos a este tipo de sentimientos y a tener un plan de acción para afrontarlos.

Otras circunstancias que desencadenan la recaída son las señales ambientales que provocan antojos. Esto puede incluir personas, lugares o cosas que se asocian con las sensaciones placenteras de la conducta adictiva. Por ejemplo, algunas personas que se inyectan drogas descubren que la visión de la sangre puede desencadenar fuertes ansias. Lo mismo puede ocurrir con una vacuna contra la gripe o un análisis de sangre rutinario. La terapia de prevención de recaídas ayuda a los participantes en la terapia a identificar las posibles señales ambientales que pueden provocar el deseo de consumir. A continuación, desarrollan una estrategia para hacer frente a estas señales.

La RPT también enseña a los participantes a situar la recaída en la perspectiva adecuada. Cuando una persona en recuperación tiene una recaída, suele interpretarla como un fracaso. Una persona puede creer que ese «fracaso» es una prueba de su incapacidad para recuperarse. Por supuesto, si alguien cree que es incapaz de recuperarse, realmente no tiene sentido intentarlo. Basándose en esta (falsa) conclusión, la persona en recuperación no ve otra opción que volver a su adicción en serio.

La RPT trata de evitar esta mala interpretación representando las recaídas como prolapsos. En otras palabras, las recaídas se reinterpretan como oportunidades para aprender y mejorar las habilidades de afrontamiento. Esta perspectiva sirve para mantener las recaídas tan limitadas en el tiempo e inofensivas como sea posible. Visto de esta manera, también podrían denominarse «deslices» o «lapsos» en lugar de recaídas.

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