Como dice el título, por primera vez en nuestros 5 años de matrimonio mi marido me pegó. Sé que este no es realmente el sub para esto y probablemente hay un subreddit para víctimas de violencia doméstica. Sin embargo, no creo que yo pertenezca allí. Ese lugar es para mujeres que lo han sufrido durante años. Esta es la primera vez que me pasa

Nunca me ha levantado la mano, diablos casi nunca me grita. Hoy sin embargo, he notado algo raro. Como todos los sábados por la mañana estaba en la cocina preparando el desayuno para los dos, y como todas las mañanas se acerca por detrás, pone sus dos grandes y fuertes manos y las coloca en mi cintura, me besa en la nuca y me pregunta qué estoy haciendo, aunque desde hace 5 años siempre han sido tortitas.

«Tortitas, como todos los sábados nena» le respondo, mientras sigue con sus pequeños besos por todo mi cuello. Él sabe, joder, que esto me vuelve loca y siempre me desconcentra y suele acabar con un lado quemado.

Deja de besarme y vuelve a preguntar «¿Nena? ¿Desayuno? ¿Panqueques verdad?» No estoy segura de por qué me lo preguntaba por segunda vez.

«Sí cariño, tortitas» Todavía con la cabeza inclinada hacia un lado, esperando que se callara y volviera a ser el mismo juguetón de siempre por las mañanas. Pero sus manos dejaron mi cintura y dio un paso atrás. Esta vez con un tono muy preocupado habló

«Steph, ¿qué pasa? Estás bien?»

Levanté la cabeza, ya no me preocupaban los besos ni nuestras tortitas. A mi marido le pasa algo. Me giré para mirarlo, mis ojos ya estaban llenos de lágrimas. ¿Tenía una apoplejía? ¿Se había quedado sordo de la noche a la mañana? Le hablé en voz alta

«¡Estoy bien! ¿Qué pasa? ¿No me oyes?» ahora con lágrimas rodando por mis ojos, mi labio inferior temblando, tratando de no llorar. Sin querer demostrarle lo mucho que me estaba asustando.

La mirada de preocupación abandonó su rostro y se convirtió en la cara de cansancio de un hombre que acaba de despertarse, sólo para ser llamado al trabajo en su día libre.

«¿Por qué esa cara? ¿Qué he hecho?» Dijo con un tono de molestia.

«No estoy poniendo cara. Estoy asustada, cariño. Por favor, dime que estás bien» Mi voz se quiebra, soy incapaz de moverme, congelada por el miedo.

«¿De verdad Steph? ¿El tratamiento silencioso? Ni siquiera vas a decírmelo, realmente maduro. Me vuelvo a la cama entonces». Se dio la vuelta y volvió a nuestra habitación y cerró la puerta tras de sí. «¡Estás quemando las putas tortitas otra vez!» gritó a través de la puerta.

Nunca me había insultado, seguro que tiene una boca sucia y dice palabrotas pero NUNCA hacia mí. Corrí a nuestro dormitorio, fui a abrir la puerta. La cerró con llave, me encerró fuera de nuestra habitación, me alejó de él. Hice sonar el pomo de la puerta, empujando tan fuerte como pude contra la puerta.

«Joey POR FAVOR, abre la puerta. Déjame verte, te pasa algo» Fue inútil, no podía oírme y no había forma de que pudiera derribar esa puerta. Caí de rodillas. Llorando incontroladamente. Mi mente se acelera, tratando de pensar en una manera de hablar con él, de alguna manera a través del caos que mi cerebro estaba pasando corrí de nuevo a nuestra cocina. Abrí el cajón de los trastos, saqué un bolígrafo y un papel.

«JOEY, necesitas ayuda, no puedes oírme. Por favor, abre la puerta». Corrí de nuevo a nuestra puerta deslizando el papel por debajo de la puerta. Escuché sus pasos acercándose a la puerta, el sonido de él recogiendo el papel. Hubo un largo período de silencio. Le oí murmurar, parecía muy enfadado, le oí arrugar el papel. Volví a llamar a la puerta, las palabras apenas pudieron salir de mi boca «Joey….por favor» Mi corazón latía con fuerza, sólo por favor, por favor, abre la puerta pensé para mí.

El alivio me invadió cuando oí el clic de la puerta al abrirse. La puerta se abrió rápidamente, la mirada en su rostro… rojo brillante, mi padre tenía esa mirada en su gran cara cuando a mí o a mis hermanas se nos olvidaba hacer algo, antes de pegarnos, una cara que deseaba no volver a ver.

Su cara sólo se puso más roja cuando me miró. Me tiró el papel, me estremecí cuando me golpeó en el hombro.

«¿Qué? ¿Es esto una especie de broma Steph, simplemente PARA. Deja de joderme» Sus dientes apretados, la respiración muy fuerte, el puño cerrado. «¡HABLA CONMIGO! ¿POR QUÉ NO DICES NADA? ¡STEPH! DI ALGO!» Volví a ser la niña asustada que era hace 17 años, congelada por el miedo, una sensación de hundimiento en el estómago, sangre fría corriendo por mis venas, todo mi cuerpo temblando. Todavía podía oírle, hirviendo de ira.

«¡Deja de poner esa cara!» y entonces sucedió. Me golpeó. Me golpeó en la cara, me golpeó tan fuerte que no sé cómo no me caí, o cómo incluso me mantuve consciente.

Me tapé el ojo con el que conectó su puño. Le miré aterrorizada, esperando que me llegara otro golpe. Parecía muy asustado, conmocionado por lo que había hecho. Su cara estaba blanca, con los ojos muy abiertos. Las lágrimas empezaron a correr por su cara.

«Oh Dios mío Stephanie, lo siento mucho» Se acercó a mí, salté hacia atrás.

«¡Aléjate de mí! No me toques, maldito imbécil». Grité tan fuerte como pude.

Me di la vuelta y corrí hacia la puerta principal, cogiendo las llaves de mi coche de la pared, abrí la puerta de golpe, me di la vuelta y miré a mi marido, mi mejor amigo, el amor de mi vida, el hombre al que prometí el resto de mi vida por última vez. Cerré la puerta de golpe y corrí hacia mi coche. Conduje hasta mis hermanas llorando todo el camino.

Me costó todo lo que pude pensar en decir para evitar que mi cuñado volviera allí a matar a Joey.

Estoy preocupada por él. No podía escuchar nada de lo que decía, seguía hablando de una cara que ponía. Le envié un correo electrónico diciéndole que no abriera la puerta si alguien llamaba y que por favor fuera al hospital.

No sé qué hacer, todavía le quiero.