Universidad del Sur de Maine

– Sean S., Biddeford

El Sol es cada vez más caliente (o más luminoso) con el tiempo. Sin embargo, el ritmo de cambio es tan leve que no notaremos nada ni siquiera a lo largo de muchos milenios, por no hablar de una sola vida humana. Sin embargo, con el tiempo, el Sol se volverá tan luminoso que hará que la Tierra sea inhóspita para la vida.

Vamos a repasar parte de la ciencia:

El Sol produce energía a través de las reacciones de fusión termonuclear del núcleo que convierte el hidrógeno en helio. Estas reacciones generan abundante energía que migra lentamente hacia la fotosfera y luego al espacio. Los astrónomos creen que el Sol se formó hace aproximadamente cinco mil millones de años, momento en el que inició estas reacciones. Desde entonces han continuado.

A medida que el Sol envejece, se calienta lentamente debido a la acumulación de energía residual emitida por estas reacciones del núcleo. Inicialmente, el Sol era sólo un 70% tan luminoso como lo es hoy. En consecuencia, la constante solar, la energía que la Tierra recibe del Sol, habría sido correspondientemente menor. «La paradoja del Sol débil» surgió de la constatación de que, aunque el Sol era más frío en su infancia, la Tierra primitiva aún contenía agua líquida.*

A lo largo de los miles de millones de años posteriores, la luminosidad del Sol aumentó gradualmente y seguirá aumentando en el futuro. Los astrónomos estiman que la luminosidad del Sol aumentará aproximadamente un 6% cada mil millones de años. Este aumento puede parecer leve, pero hará que la Tierra sea inhóspita para la vida dentro de unos 1.100 millones de años. El planeta estará demasiado caliente para albergar vida.

Cuando los astrónomos estelares comprendieron por primera vez el mecanismo de generación de energía del Sol, creyeron que la vida de la Tierra sobreviviría hasta que el Sol se expandiera hasta la etapa de gigante roja. Hoy saben que nuestro tiempo es mucho más corto, aunque todavía más de mil millones de años.

*Los astrónomos y los geólogos siguen intentando conciliar esta paradoja. Algunos sugieren que la atmósfera de la Tierra era mucho más espesa en su juventud y contenía mayores cantidades de dióxido de carbono que retenía el calor. Esta envoltura gaseosa habría podido retener más calor en la superficie del planeta, al igual que la atmósfera rica en dióxido de carbono de Venus en la actualidad. Además, la Luna estaba más cerca y, por tanto, el calentamiento resultante de las mareas era mucho mayor, ya que las fuerzas de marea inducidas por un cuerpo cercano son muy sensibles a la distancia. Estos y otros factores podrían explicar cómo un Sol más frío podría haber sostenido una Tierra más caliente.

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