Por qué el control de los impulsos es más difícil que nunca

Los niños se comportan de todo tipo de maneras, desde rabietas hasta agresiones o comentarios embarazosos. A menudo, estos arrebatos pueden parecer inevitables en la infancia. Sin embargo, según los investigadores en neurociencia Sandra Aamodt y Sam Wang, coautores de Welcome To Your Child’s Brain, «el autocontrol en la infancia es dos veces más importante que la inteligencia para predecir el rendimiento académico». Así que la pregunta persiste: ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a controlar su impulsividad? Hay tres factores importantes que influyen en el perfil de impulsividad de un niño: el temperamento, el funcionamiento ejecutivo y el desarrollo.

Temperamento

Ciertas características, como el nivel de actividad del niño, la adaptabilidad, la intensidad del estado de ánimo y la capacidad de atención, son instintivas más que un resultado de la crianza. Tome nota del temperamento de su hijo identificando sus reacciones ante situaciones o estímulos. Reflexione sobre su propio temperamento y sobre cómo coincide (o no) con el de su hijo: Reconoce que sus sentimientos son distintos a los tuyos, pero que siguen siendo válidos. Tener esto en cuenta puede afectar a su respuesta a la impulsividad de su hijo. La indecisión de un niño tímido puede ser más frustrante para el padre extrovertido que para el padre introvertido, que entendería y se relacionaría más fácilmente con el temperamento del niño. En este caso, un padre con una personalidad muy controlada podría malinterpretar las acciones de un niño impulsivo como un desafío o una negativa a escuchar.

Habilidades de funcionamiento ejecutivo

Hasta cierto punto, algunas habilidades de funcionamiento ejecutivo -incluyendo la capacidad de pensar, planificar, resolver problemas y ejecutar tareas- también son innatas. Por ejemplo, algunos niños luchan contra el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), mientras que otros sufren de hiposensibilidad (cuando un niño es «poco sensible»). En general, la sobreestimulación de las habilidades del funcionamiento ejecutivo tiene consecuencias no deseadas: Los niños tienen menos capacidad mental disponible para controlar los impulsos y menos energía mental disponible para el aprendizaje.

¿Qué pueden hacer los padres? Aunque no pueden controlar el temperamento con el que nace su hijo, sí pueden fomentar y apoyar las capacidades de funcionamiento ejecutivo. La Dra. Becky Bailey, experta en psicología del desarrollo y de la primera infancia, cree que la clave para desarrollar el control de los impulsos (y permitir que haya más energía mental disponible para el aprendizaje) es ayudar a su hijo a responder con la parte de su cerebro dedicada a la planificación del pensamiento -con sus habilidades de función ejecutiva-, en lugar de responder simplemente de forma reactiva, huyendo o luchando, o con defensas emocionales como los insultos.

Desarrollo e impulsividad

Nacimiento-2 años: Incluso los recién nacidos tienen formas de regular la sobreestimulación (por ejemplo, alejarse de la luz o del ruido). Observa estas fuerzas tranquilizadoras y aprovecha las habilidades que tu bebé ya tiene: esto aumentará su capacidad para poner un momento entre el impulso y la acción. Los niños pequeños luchan por equilibrar su intenso impulso de independencia con el reconocimiento de su propia incompetencia. Cuando tu hijo se comporte mal (por ejemplo, pegando o mordiendo), detén el comportamiento con órdenes cortas y firmes: «No pegues. Pegar duele». A continuación, valida su frustración o enfado y modela formas adecuadas de expresarlos, como lanzar una pelota blanda a un objetivo o rugir como un tigre que luego se calla. Estas estrategias establecen conexiones neuronales entre los impulsos del instinto de supervivencia y la comprensión de los límites y las fronteras por parte del cerebro ejecutivo.

Edades 3-4: Los preescolares están descubriendo el poder del lenguaje para hacer valer sus necesidades y deseos a pesar de las emociones a veces abrumadoras. Ayude a su hijo a desarrollar estrategias para resistir la tentación; para retrasar la gratificación, hágale pensar en el objeto deseado como un objeto inanimado menos tentador. Estas estrategias de resolución de problemas permiten a su hijo conectar sus impulsos emocionales con su cerebro de funcionamiento ejecutivo («tengo formas de triunfar»). Con el tiempo, aprenderá a experimentar las emociones en lugar de guiarse por ellas.

Edades 5-6: Promueva el autocontrol a través de juegos y experiencias físicas, en lugar de esperar que su hijo se siente y se concentre durante largos períodos de tiempo. Aamodt y Wang sugieren que la actividad física aumenta el rendimiento académico, así que apoye el aprendizaje a través de juegos de control como Luz Roja/Luz Verde o Simón Dice.

Edades 7-8: Los niños de siete y ocho años poseen una capacidad de juego imaginativo muy desarrollada, que es un foro perfecto para construir estructuras de concentración y reglas autorreguladas. Cuando su hijo se salga de los límites, ayúdele a aprender formas de calmarse. Enséñele a tomarse un descanso, a encontrar un nuevo enfoque (como nombrar todos los colores de la habitación), a contar hacia atrás para volver a activar la parte pensante del cerebro y a moverse físicamente para redirigir la energía mental.

A partir de los 9 años: En este momento, los niños están perfeccionando sus intereses y personalidades. Apoye a su hijo para que establezca y alcance sus propios objetivos. Esto no sólo desarrolla el autocontrol y fomenta las habilidades de la función ejecutiva, sino que también le ayuda a aprender las reglas para una gestión exitosa.

5 formas más de fomentar el autocontrol

  1. Enseña a tu hijo a hablar solo. Una nueva investigación de la Universidad de Toronto Scarborough afirma que la voz interior juega un papel importante en el control del comportamiento impulsivo. Los niños con TDAH adquieren el habla interiorizada más tarde que la mayoría de los niños, lo que puede explicar su menor capacidad para controlar sus impulsos, según los hallazgos de Laura Berk.
  2. Juega a la memoria. Una investigación de la Universidad de Stanford y la Universidad de Maastricht (Países Bajos) vincula la mejora del control de los impulsos con el entrenamiento de la memoria a corto plazo. La mejora de la memoria aligera la «carga cognitiva» del córtex frontal, lo que le permite gestionar la impulsividad con más éxito. Echa un vistazo a estas aplicaciones de lectura para niños o juegos en ImproveMemory.org.
  3. Sé un modelo a seguir. Si se te caen los cereales en el desayuno, intenta respirar profundamente y expresar tus sentimientos de forma racional: «Se me han caído los cereales por todas partes y llegamos tarde. Estoy muy enfadado. Necesito sentarme y respirar profundamente antes de limpiar».
  4. Mantén una actitud positiva. Las críticas y los juicios severos provocan reacciones emocionales o de supervivencia en su hijo, y ninguna de ellas permite que el funcionamiento ejecutivo avance. Elogie a su hijo cuando sea necesario y dele orientación y apoyo cuando se equivoque.
  5. Póngase en movimiento. El ejercicio y el movimiento afectan a la concentración y la atención al aumentar los niveles de dopamina, norepinefrina y serotonina en el cerebro. La actividad física regular también mejora la concentración y la motivación, disminuye la hiperactividad y la impulsividad, y mejora la memoria.

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Foto: Anthony Lee/Media Bakery

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